Lo que pasó otras veces ha vuelto. En el sector citrícola hay verdaderos apuros para poder disponer a diario de suficiente mano de obra en las tareas de recolección. La temporada pasada ya se notaba una disminución del número de trabajadores disponibles, pero como se registró una bajada de la cosecha y además se fue ralentizando la campaña en su segunda parte, los problemas se fueron suavizando, para estallar ahora con fuerza. Es una cuestión poco novedosa. Ha pasado otras veces y va en paralelo a la sucesión de crisis económicas, cuando el campo suele servir de refugio para muchos desocupados de otros sectores. Porque la agricultura, casi siempre en crisis estructural, ya no puede resentirse más cuando los problemas se extienden. Más que nada porque lo que produce es comida, y la alimentación es lo único imprescindible para cualquiera, aunque tenga que ser más barata aún.
Sin embargo, cuando los demás sectores se recuperan, los empleados que buscaron ocupaciones alternativas o momentáneas en actividades relacionadas con el campo, la agricultura en general o actividades de transformación alimentaria, tienden a irse a sus sectores de origen u otros que les puedan ofrezcan mejores condiciones.
Y eso mismo es lo que ocurre ahora. Muchos trabajadores optaron por hacerse ‘collidors’. También miles de inmigrantes. Lo primero que puede encontrar una persona cuando llega a un nuevo país es buscar algo que hacer en el campo. Y en el campo valenciano, en los meses de actividad citrícola, es relativamente fácil encontrar ocupación, al menos para unos días o semanas.
Ese es el principal problema que hace poco atractivo el trabajo de recolección, siempre que se disponga de otras tareas a mano. Si llueve no hay trabajo en el campo. Si ha llovido la víspera hay que esperar hasta que se seque la fruta para empezar a recolectar. Si no hay pedidos suficientes, no hay ocupación para todos. De manera que es comprensible que la gente prefiera irse a otras cosas, si hay otras ocupaciones disponibles, como pasa ahora. Hay demanda para la construcción, para la industria y también para múltiples servicios.
Una de las ocupaciones más recientes y con gran oferta de empleo es la de mensajería. Con el fuerte auge de la venta ‘on line’ hay una fortísima demanda de personal para hacer el reparto y entrega física del ‘e-commerce’. Para ello no hace falta mucha titulación, ni saber de memoria las calles; para eso está el GPS, y llamar al cliente para que explique dónde vive.
De manera que en estos momentos hay una gran competencia por la mano de obra y el sector que está perdiendo bazas es el de la recolección de cítricos. Sobre todo cuando se concentra el trabajo en unos días porque ha llovido: no hay bastante personal para recoger lo que hace falta.
En esta tesitura se dan casos muy pintorescos: abundan acciones de corredores de firmas comerciales que si pueden ‘roban’ las cuadrillas de otras, acudiendo a los puntos de reunión matinal de los ‘collidors’ para ofrecer mejores condiciones de pago o de facilidad de trabajo.
Y al mismo tiempo, otro problema grave que sufre el sector es la creciente escasez de los clásicos transportistas de campo, porque los veteranos camioneros se van jubilando y no hay jóvenes que cojan el testigo.
Fuente: Las Provincias