El deseo de emprender, diferenciar y consolidar la empresa familiar arraigó en ella desde pequeña y hoy día representa la segunda generación de la compañía, que viene pisando fuerte con aires trasgresores en la imagen corporativa y con la firmeza de no tener miedo a los riesgos.
¿Cómo comenzó a trabajar en este sector?
Cuando era pequeña nunca quise dedicarme a este negocio. De hecho, me formé en un campo muy distinto, Humanidades. Soy licenciada en Historia del Arte y, durante mucho tiempo, trabajé en la gestión cultural de distintas instituciones y museos españoles. Estoy en Hispalco desde el año 2009 por pura contingencia. Mi padre, José Beltrán, había fundado la empresa en 1992. Él tampoco quería que me introdujese en el sector, prefería que me dedicase al Derecho. Sin embargo, existía en ambos un deseo inconsciente por emprender, diferenciarnos y consolidar la empresa. Eso pudo más. Toda mi familia ha estado vinculada, de alguna manera, a la tierra y al comercio. Algo de ese vínculo está en mí y soy incapaz de renunciar a él.
Desde su posición, ¿cómo valora el papel actual de la mujer y su evolución en el sector hortofrutícola?
En este sector hay muchas mujeres en puestos relevantes, desde siempre. También ocupan posiciones, a veces poco valoradas, pero absolutamente cruciales para el buen funcionamiento de las empresas. Todo lo que gira en torno a la alimentación, la gastronomía y su comercio es Cultura y está relacionado con la mujer. La mujer lleva creando cultura desde la prehistoria. Este sector NO EXISTIRÍA SIN la mujer.
¿Ve este sector más hostil que otros para el desarrollo pleno de la mujer?
El sector hortofrutícola no es hostil con la mujer, no más que otros sectores. Voy a huir del corsé de “lo políticamente correcto”. Echo en falta mujeres realmente convencidas del poder de lo femenino, lo que no tiene nada que ver con asumir cargos ni funciones. Echo en falta la feminidad en las mujeres del sector. Situarse en la feminidad pasa por dejar de revindicar una igualdad que sólo nos victimiza. Me declaro incapaz de soportar la victimización política y marketidiana. Se ES MUJER, una por una, cada día.
¿Qué cree que aporta la mujer a la gestión de las empresas?
DESEO. Deseo de organización, de invención, de perfección, de consolidación, de cambio… Deseo, en definitiva, de seguir y conseguir, aunque no siempre se sepa hacía donde se va.
¿En qué medida contribuye su empresa y su propia gestión directiva a las políticas de igualdad?
Vuelvo a situarme por fuera de “lo políticamente correcto”. Excepto en “a igual trabajo, igual salario”, no creo en la efectividad de las políticas de igualdad. Simplemente, consiguen el efecto contrario. Cuanto más se “obligue” a las empresas a aplicar planes de igualdad, a contratar igualar el número de hombres que de mujeres, a aplicar un lenguaje inclusivo… a “protegerlas” por “su propio bien”, más se retraerán las empresas de hacerlo. En Hispalco se contratan PERSONAS, por su capacidad, efectividad y eficacia en el desempeño de sus tareas y, esto, no guarda relación con ser hombre o mujer.
Romper el techo de cristal y alcanzar puestos de responsabilidad como el suyo no es fácil para las mujeres, ¿ha sentido estos obstáculos en su carrera?
Me ha pesado más como obstáculo llevar el apellido Beltrán, que ser mujer. Cuando comprendí que mi apellido no implicaba “demostrar” sino “mostrar” sin esperar un reconocimiento, rompí el “techo de cristal”. No voy a negar que, en alguna ocasión, he sentido malestar por cómo me han tratado algunos hombres. No voy a negar que el machismo y la misoginia están presentes en lo social. Sólo digo que para mí no han sido impedimento, ni en este ni en otros sectores empresariales. Pero me reconozco como una privilegiada.
¿Cree, como se afirma en diferentes ámbitos, que los avances en igualdad de los últimos años pueden verse amenazados?
Hay derechos que la mujer ha conseguido en los últimos 150 años que no retrocederán, quizás, los más justos. Sí que creo que hay que encontrar un equilibrio, ahora no lo hay. Estamos inmersos en una época de extremos: o eres “feminista” o eres “machista”, que es lo mismo que decir “o estás conmigo o estás contra mí”, lo cual es, por cierto, muy de la lógica masculina. Extrapolo una cita de Abraham Lincoln al ámbito de la mujer, que decía: “No se puede ayudar a las personas de forma permanente haciendo por ellas lo que ellas pueden y deben hacer por sí mismas”. De lo contrario, no se avanza, se retrocede.