Desarrollar una actividad económica a la intemperie es, ante la realidad climática actual, un desafío cada vez más complicado. Sin duda, la agricultura es uno de los sectores de actividad más sensibles al clima. El campo se enfrenta a una realidad productiva cada vez más exigente, con fenómenos meteorológicos extremos numerosos e intensos.
Todos somos conscientes del déficit recurrente de precipitaciones que se registra en España y que se ha intensificado desde 2017. Hay campañas agrícolas –como la de 2024– donde la presencia de lluvias ha sido desigual y los siniestros se han concentrado en el área mediterránea. En cambio, la falta de precipitaciones durante el primer semestre de 2023 sí fue generalizada, y los daños registrados por las explotaciones de cereal se elevaron por encima de los 400 millones de euros, el siniestro más grave en los 45 años de historia del seguro agrario. Además, el aumento de las temperaturas y las olas de calor modifican el desarrollo de los cultivos, como en la uva, con una maduración y vendimia más tempranas, o alteran la maduración de la fruta tras primaveras y veranos muy calurosos. Así, los agricultores observan modificaciones evidentes en sus ciclos de producción, y optan en ocasiones por variedades distintas a las tradicionales.
Pero los productores no solo sufren problemas de sequía, asurado o golpes de calor. Las explotaciones agropecuarias están también expuestas a heladas, tormentas de lluvia e inundaciones, viento y pedrisco, y en ocasiones combinan varios riesgos al mismo tiempo y fuera de época, como las bajas temperaturas sufridas con la primavera ya avanzada, que provocan daños importantes en viñedo, o los fenómenos tormentosos graves, que ya no son eventos exclusivos del verano.
El seguro agrario se ha convertido en España en un aliado para el medio rural, una herramienta imprescindible, y así se constata en las cifras de contratación, con una década batiendo récords de capital asegurado. A través de 45 líneas de seguro, Agroseguro ofrece protección frente a todos los riesgos meteorológicos a los que se enfrenta la actividad agraria, así como a los accidentes y enfermedades del ganado. Contar con una póliza marca la diferencia al afrontar un siniestro y supone, además, formar parte de un sistema único en el mundo, de gran solidez, con un fuerte apoyo de las administraciones estatal y autonómica y gestionado por Agroseguro, en nombre de 16 entidades aseguradoras de gran prestigio.
Un sistema español de Seguros Agrarios Combinados que no ha parado de evolucionar a lo largo de cuatro décadas, y que mantiene ese espíritu de adaptación. La realidad climática obliga a afinar al máximo la técnica actuarial de cada línea para garantizar su equilibrio técnico y, en definitiva, su sostenibilidad. Series históricas más cortas –más representativas del clima actual–, la individualización de coberturas o la adaptación de riesgos y garantías son planteamientos en los que Agroseguro trabaja con el objetivo de mantener la estabilidad y el futuro del sistema. Porque un seguro agrario fuera del equilibrio no sería buena noticia para nadie.
Por favor acepte el consentimiento de cookies