El sistema de producción, la clave

Sin duda, el secreto del éxito del melocotón de Calanda descansa en el genuino sistema de producción al que se someten. A diferencia de otros parientes, se le aplica la técnica del embolsado, es decir, se cubren manualmente todos los frutos del árbol con una bolsa –un proceso que habitualmente se hace entre junio y agosto– para que crezcan sanos, sin la exposición a las plagas, la adicción de productos fitosanitarios y, por lo tanto, puros.

Tal y como apunta el Consejo Regulador Denominación de Origen en su web, «para garantizar sus propiedades, los auténticos Calanda son mimados en el campo con la técnica del aclareo, que consiste en quitar el 70% de los frutos existentes en el árbol hasta dejar una distancia cómoda de 20 cm entre fruto y fruto. Esta original técnica de cultivo da como resultado un fruto más voluminoso y carnoso. Si lo que tienes entre manos es un auténtico etiqueta negra, su diámetro será como mínimo de 73 mm».

Un abanico de virtudes nutricionales

Por lo que respecta a su perfil nutricional, regala generosas cantidades de fibra, principalmente insoluble; minerales interesantes como el potasio y vitaminas, especialmente C –aporta más del 20% de la cantidad diaria recomendada– y del grupo B, concretamente niaciana. Además, es hipocalórico, pues en torno al 89% de su composición es agua, carece de colesterol y grasa, siendo una opción magnífica para quienes tienen que rendir cuentas ante la báscula o deben mantener a raya el colesterol. Aunque el componente más interesante son las cumarinas. Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), «son compuestos a los que se les atribuye acción protectora vascular debido a su capacidad de disminuir la permeabilidad de los capilares y aumentar su resistencia, lo que beneficia la microcirculación venosa mejorando la tonicidad de las paredes. Además, a estas sustancias también se les han atribuido supuestos efectos anticancerígenos«.

Fuente: alimente.elconfidencial.com