Respondiendo al título de la sesión, “Imaginando el post-COVID-19”, David del Pino trazó algunas predicciones de futuro sobre la nueva realidad que nos espera en el sector del consumo y la alimentación. “Nadie conoce el futuro”, aclaró al iniciar su ponencia con la que solo pretendía exponer una imagen de lo que puede ocurrir para intentar ayudar al sector hortofrutícola.
Del Pino apostó a que, de forma contraria a lo que nos están haciendo creer, no se dará el “nacimiento de un nuevo mundo”, más solidario, donde se mantenga el leve movimiento de valorización a los agricultores por parte de la sociedad. Sino que lo que habrá 100% será una crisis económica enorme, que acelerará las transformaciones que estaban en marcha y volverá a los individuos más egoístas.
Entre ellas, incrementará la demanda potencial de la alimentación saludable, lo que ya está sucediendo y favorecerá al sector de frutas y hortalizas. “Una demanda imparable, porque hay una percepción muy potente de lo que importante que es hoy, más que nunca, comer sano, debido al miedo”, declara. Y dentro de esta tendencia, también destacará la apuesta por productos con valor añadido, con atributos racionales y/o emocionales, sociales y naturales.
Por otra parte, David prevé que se desarrolle el modelo de mercados bipolares que algunos analistas ya apuntaban a principios de siglo, que implica un cambio en el comportamiento de los consumidores de la clase media, típico de las crisis económicas como la que está por venir, abandonando el tradicional modelo de pirámide de consumo. Según este concepto, desaparece la clase media como un grupo compacto y con un modelo de comportamiento típico de consumo. “Ahora tienen más acceso que nunca a productos premium, más asumibles que nunca, fruto de la crisis, y por otra parte, dejan de valorar los básicos, a los que tienen fácil acceso durante todo el año, con calidad estándar. Eso obliga al sector a vender los productos commodities a precios más bajos y a su vez dirigirse hacia productos de prestigio masivo, con percepción de lujo, pero asequible para un consumo masivo”, comenta.
Por todo ello, la distribución generalista tuvo problemas para responder a la tradicional clase media que dividía a los consumidores en básico y premium, porque el consumidor había mutado. Por el contrario, las cadenas de alto nivel o los discounters sorprenden en las crisis con crecimientos muy significativos, según afirma Del Pino. Estos últimos llevan años con una estrategia híbrida, es decir, un producto básico a precio muy bajo y otro premium, respondiendo a ese modelo bipolar. “Eso que veíamos venir, se está dando; y las implicaciones de este cambio son cruciales para la distribución y para los productores porque les obliga a elegir un tipo de estrategia u otra, centrado en commodity o híbrida”. Es una tendencia que ya está aquí”, concreta Del Pino.
Para concluir, Del Pino aconsejó, ante una nueva situación de confinamiento y Brexit, ser precavidos y controlar liquidez, contratos, capacidad de almacenamiento, y otros muchos factores para prepararse para el futuro, desconocido para todos.
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