Se le viene llamando ‘Cotonet de Les Valls’ para diferenciarlo del otro ‘Cotonet’, veterano de muchas décadas en los campos valencianos de naranjos y actualmente muy controlado. Sin embargo su origen no está en dicha subcomarca del Camp de Morvedre, allí sólo fue donde se detectó por primera vez en territorio europeo esta plaga que proviene de Sudáfrica. Por eso está generalizándose últimamente entre agricultores y técnicos denominarlo ‘Cotonet de Sudáfrica’, para referirse a esteinsecto importado con mayor propiedad.
Los daños que provoca también son distintos a los del ‘Cotonet’ clásico. Éste actúa en verano y puede causar perforaciones en algunos frutos o facilitar que en sus bloques algodonosos aniden otras orugas que hagan lo mismo; y son daños que tienen perfectamente identificados los citricultores, para detectarlos y remediarlos de inmediato, incluyendo evitar el daño indirecto de la ‘negrilla’ que puede crecer sobre la melaza segregada. El nuevo ‘Cotonet’ actúa mucho antes, entre marzo y junio, abarcando desde la floración hasta que los frutos ya tienen entre 2,5 y 3 centímetros de diámetro. Al igual que el otro, segrega melaza sobre la que puede proliferar el hongo de la ‘negrilla’, pero el daño más grave consiste en que deforma los frutos, que caen o crecen deformes pero ya sin valor comercial.
El ‘Delottococcus aberiae’ (Cotonet de Sudáfrica) apareció hace nueve años en unos campos de cítricos entre Benifairó de les Valls y Faura cercanos a un vertedero de cítricos de desecho de un almacén próximo, donde se habían depositado restos de la labor de seleccionar y empaquetar naranjas importadas de Sudáfrica. Por ello se dedujo que aquel vertedero fue el foco inicial de propagación, ya que la plaga es endémica en Sudáfrica y hasta entonces era completamente desconocida en España y el resto de Europa. Aquí sólo existía desde hace mucho tiempo el Cotonet convencional (Planococcus citri), que desde hace tiem- po sólo presenta problemas muy ocasionales, está bastante controlado y además tiene un enemigo natural, el ‘Criptolaemus montrouzieri’, que se reproduce muy bien en el campo y se cría en cautividad, en centros de la Conselleria de Agricultura y privados, para realizar sueltas periódicas que mantienen a raya a la plaga.
Desde aquellos puntos iniciales que infectó el ‘Cotonet de Sudáfrica’ se fue propagando sin remedio a campos colindantes, hasta afectar a toda la comarca y pasar posteriormente a otras hacia el norte y el sur. Primero invadió todo el Camp de Morvedre y parte de la Plana Baixa, para seguir extendiéndose por la provincia de Castellón y el norte de Valencia.
Recientemente se ha comprobado que ya se encuentra en puntos del Camp de Turia y L’Horta Nord, por lo que se cumplen, lamentablemente, los peores presagios iniciales de los técnicos en plagas de la Conselleria de Agricultura, que expusieron su temor a que no cesaría de expandirse. Los intentos de frenarlo son infructuosos, porque el mismo trasiego de personas, vehículos y mercancías facilita que se extienda (del mismo modo que llegó desde Sudáfrica), al igual que ha ocurrido con todas las plagas nuevas que han ido llegando.
La realidad es que el ‘Cotonet de Sudáfrica’ sigue colonizando sin parar nuevas áreas de la citricultura valenciana y lo más seguro es que seguirá esa tónica, para alcanzar también a otras regiones españolas con cítricos. Lo peor de todo es que no está definido aún el mejor método para combatirlo, no cuenta aquí con enemigos naturales, las poblaciones altas de ‘Criptolaemus’ no coinciden en la misma época y los plaguicidas químicos permitidos son pocos y de eficacia irregular (metil clorpirifos, piriproxifén, spirotetramat…)
La conselleria recomienda una medida de prevención consistente en organizar las labores de recolección de forma que las mismas cuadrillas y cajones que han intervenido en algún campo infectado no pasen a continuación a otras que estén libres, para evitar así la propagación, Pero es un consejo inviable en la práctica, salvo en casos de algunas cooperativas; fuera de ellas no hay forma de organizar una cosa así. La realidad es muy distinta.
Fuente: Las Provincias