En la fotografía: Gonzalo García, responsable de Berries y gerente de España occidental y Portugal de Koppert, Alfonso Domínguez Trisac, agricultor de Fresón de Palos; y Silvia Gómez, directora General de Fresón de Palos.
La apuesta de Fresón de Palos por el control biológico podría remontarse a 2006, como recuerda Gonzalo García, responsable de Berries y gerente de España occidental y Portugal de Koppert, sin embargo, no ha sido hasta la pasada campaña cuando ya se ha convertido en una realidad. Y lo explica Silvia Gómez, directora General de Fresón de Palos: «el mercado no estaba organizado ni era maduro como para valorar un proyecto así; hoy, con el aumento de las restricciones, lo que es una obligación puede convertirse en una oportunidad para seguir siendo líderes en Europa».
Esta estrategia parte del objetivo de mejora de la competitividad basada en la sostenibilidad, la diferenciación y la calidad. Como explica Gómez, en el sector de la fresa no se había hecho hasta ahora una planificación como esta. La cooperativa comenzó acordando con el 100% de sus socios la implantación de un 10% de superficie en control biológico. “Nos hemos obligado a partir de esa base y consolidarla, para que luego sean los propios agricultores quienes decidan su progresión”, añade la directora General, quien reconoce que no ha sido una decisión sencilla, por el debate generado ante un proyecto así, pero asegura que llevará a la cooperativa a un mayor nivel de calidad, consolidar su marca y seguir siendo los líderes en volumen y calidad.
La apuesta de Fresón de Palos por el control biológico es prioritaria, hasta el punto de que la cooperativa tiene un acuerdo con Koppert para que los socios tengan a su disposición un técnico experto de esta empresa durante toda la campaña para las 150 has que alcanzan ya. Se trata de un aspecto que ha tenido muy buena acogida, ya que se ofrece una formación de alta calidad a los técnicos de Fresón de Palos y a los propios agricultores. La cooperativa considera este know-how fundamental para que los socios constaten de primera mano los resultados que el control biológico aporta a sus cultivos, además del ahorro económico que supone.
Experiencia en campo
Esta sinergia supone un “desafío ilusionante”, comenta Gonzalo García, “poder comenzar y consolidar un proyecto de esta dimensión es un reto y una responsabilidad que puede ser un ejemplo para el sector”. “Al iniciar esta colaboración, hacerlo con un especialista como Koppert hace todo más fácil y, aunque este es el principio de un largo camino, somos conscientes de que el mayor convencimiento es la pedagogía y el boca a oreja de los agricultores”, apunta Gómez, para poner como ejemplo a Alfonso Domínguez Trisac, un agricultor de la cooperativa que cuenta con el 100% de su superficie en control biológico.
Este paso nace de la intención de la dirección de dotar de contenido la marca Fresón de Palos, convencidos de que esto les va a ayudar a crecer en los próximos años, además de dar un paso más en calidad, ofreciendo producto de residuo cero.
La cooperativa onubense, con la mayor cuota de mercado de fresa en los mercados internacionales, percibe cómo los clientes buscan cada vez más la sostenibilidad de sus cultivos. De esta manera, están alineados con los objetivos de los compradores internacionales, garantizándoles la calidad de la producción obtenida mediante control biológico, con el objetivo de evitar los tratamientos fitosanitarios.
“Para nosotros esta colaboración es un reto muy bonito, como empresa nuestro objetivo es dar soluciones y resultados, y poder afrontar este segundo año con Fresón de Palos refuerza nuestra estrategia de crecimiento sostenible”, expresa Gonzalo García, a quien le acompaña Jara Amorós, técnica de campo que trabaja en exclusiva con la cooperativa.
Amorós ha comprobado de primera mano la importancia de generar una confianza y acompañamiento en el asesoramiento, tanto al técnico de la cooperativa como al agricultor. “Entre mis funciones se encuentra explicar detalladamente todo el proceso y que entiendan la implicación que requiere”, añade.
Coinciden ambos en que aún está muy presente en Huelva la “tradición del químico”, pero la necesaria transición al control biológico es parte del proceso de profesionalización que está viviendo el sector. Ya no cabe una vuelta atrás, la gran limitación de materias activas junto con su pérdida de eficacia, debido a que las plagas se han vuelto resistentes a ellas, fuerza y empuja a los agricultores a esta alternativa, “los más reticentes una vez que ven resultados, con mayor o menor rapidez acaban empezando a instalarlo”, indica Jara Amorós. Ella misma ve la evolución que se ha producido en un año, gracias a un trabajo de pedagogía y también psicología que da sus frutos.
Consolidar un proyecto de esta dimensión puede ser un ejemplo para el sector
Punto de inflexión
También el hecho de que no haya dos campañas iguales obliga a Koppert a evolucionar y seguir adaptándose a las nuevas demandas, puesto que las plagas también van cambiando. Así, Gonzalo nos adelanta que, para la próxima campaña, esperan tener una nueva avispa parasitaria para el control de pulgón “estamos teniendo muy buenos resultados, vamos a conseguir adelantarnos a la fecha de instalación para afrontar la plaga con mayor garantía”.
Más de 25 años en Huelva demuestran que el control biológico funciona, aunque García es sincero “el control biológico no significa que dejemos de ver a la plaga, porque las plagas aumentarán y disminuirán, pero el control biológico funciona y hay que entender que supone un método de trabajo completamente nuevo basado en la anticipación”. Ambos técnicos coinciden en que una vez que pasa marzo, con las plagas controladas los riesgos disminuyen considerablemente. “Para nosotros, control biológico significa tranquilidad, con las aplicaciones fitosanitarias no sabes cuando pueden volver a aparecer y esto supone un estrés para todos”, añade Alfonso Domínguez.
Este encuentro lo hacemos en su finca de Palos de la Frontera, donde tras varios años de trabajo con Koppert ha alcanzado el 100% de control biológico en toda su superficie de fresa. Hito que se produjo tras un punto de inflexión que, tanto en su caso como el de la mayoría, fue la falta de fitosanitarios que controlasen la plaga.
“Para mí, esto es el futuro, ha solucionado la falta de herramientas de control, es más sostenible, aporta más calidad, ahorra costes a largo plazo y la tranquilidad de tener controladas las amenazas”, así de satisfecho se muestra Domínguez.
El apoyo que brinda actualmente Koppert a los agricultores se está convirtiendo en la palanca de cambio, cada vez más productores observan los resultados de control biológico. En todas las campañas hay un mes crítico, explica Gonzalo García, del 15 de febrero al 15 de marzo, donde se produce una eclosión de plagas. Con este acompañamiento Fresón de Palos busca reducir la incertidumbre asociada y aportar a sus agricultores la seguridad de los expertos.