El cambio climático actual: impactos en la agricultura de las zonas templadas
Antonio Ruiz de Elvira, Catedrático de Física Aplicada.
Comparte
Siempre ha habido cambios climáticos. Los más recientes son las glaciaciones que se han desarrollado durante el último millón de años de la historia de la Tierra. El clima actual debería ser el que corresponde a una etapa de deglaciación tras el último óptimo climático de hace unos 8.000 años y que dio lugar a la primera revolución energética, que fue la agricultura. Pero desde hace unos 200 años estamos generando un cambio climático adicional muchísimo más rápido y, por tanto, más potente que los anteriores. En este momento, la concentración de CO₂ en la atmósfera es la misma que tenía la Tierra hace 3 millones de años.
No es casualidad que la Temperatura Media Global esté subiendo rápidamente. Esta es la temperatura media del planeta, pero hay una región que se está calentando mucho más y a mayor velocidad que el resto de la Tierra: la zona del Ártico, que incluye el hielo marino, los glaciares de Groenlandia y las tundras canadiense y siberiana. La razón es una realimentación positiva. Cada metro cuadrado que se funde un verano calienta 4 metros cuadrados adyacentes en el siguiente verano, de manera que el calentamiento es exponencial.
«Tenemos un clima cada vez más extremo y con menos precipitación suave, pero con grandes inundaciones»
Ahora bien, la meteorología en las zonas templadas, entre los paralelos 30ºN y 60ºN está dominada por el ‘Chorro Polar’, la corriente atmosférica de unos 200 km de anchura y 2 km de profundidad que circula alrededor del Polo Norte a unos 11 km de altura. Esta corriente de aire está generada por la diferencia de temperaturas (que se traduce en diferencia de presiones debido a la ley de los gases) entre el ecuador y el Polo, siendo más intensa en el punto de máximo gradiente de aquellas. Cuando el gradiente es fuerte, el ‘Chorro Polar’ avanza sin casi meandros y sobre la latitud de 45ºN. Cuando es débil, hace grandes meandros y se desplaza hacia el norte. En una situación de un Polo más caliente, con un ecuador que mantiene su temperatura, el ‘Chorro’ se debilita y sus meandros son muy intensos.
La consecuencia sobre España es una amplificación de los extremos meteorológicos, con descargas muy intensas de agua cada pocas semanas y cambios bruscos de temperatura; según el ‘Chorro’, fuerza el aire sahariano o el procedente de Groenlandia sobre la Península. Adicionalmente, su desplazamiento hacia el norte implica que en España la estación de lluvias se ha reducido de la habitual de noviembre a abril, a una nueva, de diciembre a marzo. Tenemos dos meses menos de precipitación, con la consecuente reducción del agua caída sobre la Península.
El calentamiento global, y el de la región boreal más aún, va a continuar durante este siglo, pues no existe voluntad alguna para limitar la emisión de gases poliatómicos como el CO₂ y el metano. Tenemos que esperar en la zona templada un clima cada vez más extremo y con menos precipitación suave, pero con grandes inundaciones.