El ajo y la cebolla condenados a no entenderse
Ajo y cebolla viven, una campaña más, realidades muy distintas: el primero, con dificultades para su comercialización y, la segunda, con una venta tan fluida como elevados han sido sus precios. El único denominador común ha sido el descenso de los rendimientos de ambos cultivos como consecuencia de la sequía y las olas de calor.
Comparte
Un amargo récord
Si el precio del producto es lo único que cuenta, entonces la última ha sido una campaña excepcional para la cebolla, con precios en torno a los 0,35 euros/kg para los calibres grandes -escasos este ejercicio- y unos 0,30 euros para los medianos. Pero si, hablando de cebolla, vamos quitando capas, la realidad es bien distinta.
Las sucesivas olas de calor afectaron al desarrollo de los cultivos, reduciendo los calibres y, con ellos, los rendimientos medios por hectárea. Y todo ello mientras los costes de producción seguían disparados (+40%, según Procecam). Esta situación es perfectamente extrapolable al resto de Europa, donde a los bajos calibres y rendimientos se sumó, además, la falta de calidad derivada de las altas temperaturas, que dieron lugar a importantes problemas de fusarium en cultivos como los de Países Bajos.
Todo ello se tradujo en un cierto “desabastecimiento” en los mercados que facilitó la comercialización de la cebolla española y, lo que es más importante, “pudimos repercutir el aumento de costes en el precio final del producto”, según afirma Luis Fernando Rubio, director de Procecam.
La próxima campaña de cebolla dependerá de la disponibilidad de agua
Pero esta coyuntura favorable no puede ocultar la realidad de un cultivo cuyo futuro no se prevé nada halagüeño. “Todo va a depender de la disponibilidad de agua”, lamenta Rubio. Y es que el Decreto de Sequía andaluz limita las producciones, y las experiencias para deslocalizar cultivos en zonas como Castilla y León, con mayores recursos hídricos, no han resultado exitosas debido a la falta de horas de luz y temperaturas más bajas. La primera consecuencia de todo esto es que “ya hay muchos comercializadores buscando producciones en el hemisferio sur para cubrir el hueco que provocará la falta de producto andaluz”.
La ‘burbuja’ del ajo
La última ha sido una campaña con una superficie récord, cercana a las 30.000 hectáreas, pero cuya producción no ha crecido paralela al cultivo. Una vez más, la falta de agua y las elevadas temperaturas han causado estragos en el calibre y los rendimientos, pero, aun así, “la comercialización no ha sido todo lo fluida que debiera”, apunta Julio Bacete, presidente de la Mesa Nacional del Ajo y de la cooperativa Coopaman.
Entre las causas, Bacete señala un descenso del consumo interno, en línea con años anteriores. De hecho, el informe ‘Alimentación en España 2021’ de Mercasa cifra en 0,7 kg por persona y año el consumo de ajo en nuestro país, cifra inferior a los 0,8 kg per cápita de un año antes.
A todo ello, Luis Fernando Rubio añade tres aspectos fundamentales: los problemas logísticos que han dificultado la comercialización del producto español en sus mercados de exportación tradicionales, como son EE. UU. y Brasil; la irrupción con más fuerza que nunca del ajo egipcio en el mercado europeo; y, como cabría esperar, la llegada del ajo chino a los puertos comunitarios a “precios muy bajos”. Pero no solo eso, “seguimos detectando ajo fresco chino que llega a Europa como congelado y, por tanto, sin aranceles”, denuncia por su parte Bacete.
La próxima campaña, y como ocurre con la cebolla, es una incógnita. Lo único claro es que la superficie de ajo caerá considerablemente (en torno a un 25%, según ANPCA) y, de hecho, “esperamos producciones de ajo spring -temprano- muy bajas en Andalucía”, comenta Rubio, quien no esconde su inquietud porque ese descenso sea aún más acusado.