Entre las variedades destacan muchamiel, flor de Baladre, murciano, de la Sierra, de mesa y cherry, así como de diferentes características morfológicas y colores (amarillos, naranjas, rojos).
Jódar recordó que el equipo de horticultura lleva más de 30 años trabajando en tareas de prospección y recogida de los principales cultivos hortícolas tradicionales en riesgo de extinción.
Cuenta con 6.000 entradas de los principales cultivos españoles, aunque también se conservan cultivos de México, Guatemala, Bolivia, Grecia y Francia, entre otros. Del total, unas mil son variedades tradicionales de murcianas y de regiones limítrofes.
El Banco de Germoplasma del IMIDA se creó en 2013 para unificar criterios y dar a conocer los recursos conservados. Ahora lo forman cinco colecciones: moreras, cítricos, especies silvestres, frutales y hortícolas.
Las variedades tradicionales son únicas, realizadas y perfeccionadas por los agricultores de cada comarca a lo largo de años de selección y adaptación a distintas condiciones edafoclimáticas y gustos locales, por lo que se consideran parte integrante de la cultura de cada pueblo.
La diversidad de las variedades tradicionales les otorga una gran capacidad de adaptación a posibles cambios ambientales y climáticos futuros. Además, el principal criterio de selección de los agricultores ha sido sus características organolépticas, lo que las convierte en materiales de gran calidad.