Con las protestas de los agricultores franceses hemos vuelto a sufrir ataques injustificados a la imagen de nuestro campo. Los intereses de países competidores y un inmenso desconocimiento, de nuevo, han vinculado nuestra agricultura con una imagen negativa asociada al uso de pesticidas y mano de obra barata.
En esta ocasión, unas afirmaciones relacionadas con el sabor de nuestros tomates pudieron generar dudas en el consumidor que, con temas de calidad y salud, prefiere precaución.
De manera que, hemos asistido a una crisis comunicativa que ha contaminado la verdadera realidad de nuestra agricultura. Porque, si los productores denuncian la desprotección de la legislación europea, el perjuicio de una comunicación negativa puede también desplazarnos del mercado.
De ahí la importancia de realizar una excelente gestión de la comunicación cuando surge una crisis y de apostar con antelación por un mensaje sólido de nuestro campo.
Sería interesante plantearnos cuál es la imagen que ofrece nuestro agro y si estamos trabajándola. Otra cuestión relevante es transmitir nuestro valor. ¿Estamos difundiendo en qué nos diferenciamos?
No olvidemos que la comunicación no sólo es necesaria para vender, sino también para construir una sólida reputación. Famosa es la frase de Marshall McLuhan, que dice, «lo que no se comunica, no existe». Efectivamente, si no vendemos una buena imagen de nuestro sector hortofrutícola, ¿quién lo hará?
Por dicho motivo, los responsables de comunicación y marketing y los periodistas especializados tienen la responsabilidad social de informar y sensibilizar a la ciudadanía del verdadero valor de la agricultura y transmitir mensajes que fortalezcan la imagen positiva y el valor del sector agroalimentario.
Además, cuando trabajamos en la promoción de una empresa y de sus productos, también contribuimos a la construcción de la buena imagen del agro. Así que ofrezcamos una imagen sólida de nuestra agricultura, la manera de cultivar y el trabajo que realizan nuestros agricultores dentro de las fincas.
Mostrémoslo a los consumidores y a los clientes finales, tanto extranjeros como nacionales -no deja de ser sorprendente, el desconocimiento de los consumidores nacionales respecto a nuestra forma de cultivar-.
Divulguemos mensajes que fortalezcan conceptos positivos: una imagen profesional, saludable, competente, de pasión, amor, esfuerzo y riguroso trabajo, porque con la comunicación que realizamos o que no realizamos, contribuimos a la representación de nuestro sector agroalimentario.
Hasta ahora, la comunicación ha sido un flanco que hemos tenido bastante abandonado. Aunque hemos hecho especial hincapié en las revistas especializadas, no ha habido una apuesta por aquellas dirigidas al consumidor final o por realizar una comunicación potente en redes sociales. Por lo tanto, seguir trabajando la presencia en medios de comunicación y, además, apostar por una presencia omnicanal coherente en todas las plataformas, desde las redes sociales hasta el packaging, es necesario para que, cuando vuelva a presentarse una crisis comunicativa y de imagen, nos respalde la reputación que hemos construido.
Entre todos contribuimos a la buena imagen de nuestro agro. ¡Trabajemos juntos!