Negras nubes pesan sobre la campaña de la fruta dulce
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Las dos últimas campañas no fueron buenas. A las puertas de una nueva campaña, esta Paranoico tiene buenas razones para estar preocupado. Hay nubes estructurales y otras coyunturales.
Estructuralmente, la producción normal española de melocotones y nectarinas ronda en años normales el millón de toneladas. Algunas estimaciones del sector aseguran que sobran hoy en día hasta 300,000 toneladas, o sea una horquilla entre el 20 y el 30 % de la producción,
Desde el ámbito de la producción, se exige un plan de arranque de hasta 10.000 hectáreas, que costaría al erario público unos 50 millones de euros. El gobierno catalán está dispuesto a financiar el arranque de 2000 hectáreas, pero el gobierno central se mantiene firme en su negativa.
Hay que decir que tiene buenas razones para ello. No hay prohibición de nuevas plantaciones y, por lo tanto, no se garantiza que lo que se pierde por un lado no se obtenga por el otro. Además, la experiencia de los planes de arranque subvencionado en el sector vitivinícola muestra que estos tienen poco impacto, si alguno, sobre la producción. Se arrancan las plantaciones más viejas, en final de recorrido, menos productivas que seguramente (o, al menos, una parte de ellas) se arrancarían de todas formas sin subvención.
Por otro lado, el Ministerio ha negociado con el sector un «plan de choque» que, por ejemplo, incluye el arranque con o sin conversión como gasto elegible para los fondos operativos de organizaciones de productores y mejora, entre otras cosas, el conocimiento del mercado y de la evolución del potencial de producción.
La efectividad de este plan está vinculada a la mejora de la organización de la producción y del sector. A pesar del apoyo público puesto en marcha en los últimos dos años, solo los productores catalanes parecen haber avanzado realmente en este camino. Son una parte importante de la producción española, acrecentada por la comercialización que realizan de buen parte de la producción aragonesa, pero no es suficiente.
La interprofesión española, considerada en medio de la crisis como una necesidad urgente, aún no se ha constituido. Las mismas causas tienen los mismos efectos, estamos mal armados para hacer frente a una campaña compleja.
Tenemos, primero, la incógnita del impacto que tendría el coronavirus sobre los mercados. Me preocupa el riesgo de la recesión económica que podemos sufrir, tras el parón del confinamiento. La fruta dulce tiene una elasticidad renta positiva, lo que quiere decir que a mayor renta mayor consumo pero también lo contrario, a menor renta, menor consumo.
Como eramos poco, pario la abuela. El calor inusual que azota toda España parece acelerar el proceso vegetativo y la floración. En algunas regiones, la temperatura en febrero es casi 8 grados por encima del promedio mensual habitual. Tendríamos una buena quincena, hablan incluso de 25 días, de adelanto en el valle del Ebro por ejemplo.
Incluso si aún podemos soñar con una (s) buena(s) helada(s) que arreglen algo la situación, el riesgo de un choque frontal entre las distintas zonas productoras existe. Todavía es demasiado pronto para obtener una estimación realista del aforo previsible, tenemos que esperar a mayo para eso, pero la distribución temporal de la producción es, desde el punto de vista del mercado, tan importante como su volumen total .