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Impacto real de la crisis rusa

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Es evidente que el cierre de los mercados rusos ha tenido un impacto sobre el mercado europeo de frutas y hortalizas en general, y la exportación española en particular.

Con datos del primer cuatrimestre, gran momento de nuestra exportación de hortalizas y cítricos, se han perdido las 79.271 toneladas que se enviaron de España a Rusia en ese mismo periodo de 2014. Además, y debido a la mayor competencia de otros productores comunitarios, se han producido descensos de envíos a otros países terceros europeos como Noruega, con 35.293 toneladas (-11%) y 38,7 millones de euros (-9%). En total, la exportación a países no comunitarios ha caído un 13%, tanto en volumen como en valor, totalizando 303.609 toneladas y 289 millones de euros.

Esto ha obligado a una redistribución espacial de los envíos. Las expediciones hacia los otros Estados miembros han aumentado en un 10% en  volumen, totalizando 4,5 millones de toneladas. En países terceros, las exportaciones a Suiza han aumentado un 9% en volumen y un 10% en valor totalizando 70.641 toneladas; la exportación fuera de Europa ascendió a 166.893 toneladas, un 24% más. Argelia, Emiratos Árabes Unidos, Canadá y Marruecos son los principales países de destino de este grupo, donde el mayor crecimiento lo registró Emiratos Árabes con un 44% más.

Este mayor volumen en toneladas podía haberse conseguido peleando los mercados con bajos precios, unos mercados que se podría suponer abarrotados con producciones de todos los Estados miembros, afectadas por el embargo. En este caso, el aumento del valor de las exportaciones debería ser menor que el aumento de los volúmenes.

Pero los datos no nos cuentan esto. La exportación total ha aumentado en valor un 13%, las expediciones a la Europa comunitaria también en un 13%; hacia Suiza un 10% y fuera de Europa un 28%. En otras palabras, estamos abriendo nuevos mercados en base a una buena relación calidad – precio pero sin destruir el valor ni la imagen de nuestros productos.

Esto me lleva a dos conclusiones: la primera es que tenemos un sector exportador profesional y competente capaz de enfrentar dificultades y obstáculos de gran calado. Se ha dicho y repetido muchas veces y es una gran verdad, el sector es una víctima colateral de tensiones estratégicas mundiales que nada tiene que ver con él.

La segunda es que a río revuelto ganancia de pecadores (¿o era pescadores?). Esta buena situación de los mercados a la exportación no se ha reflejado en una firmeza en los precios percibidos por los agricultores. El colmo de este desequilibrio de fuerzas ha sido la “sorpresa” de alguno por la continuación del embargo. Estaba claramente asumida por el mercado, no sorprendió a nadie pero sí ha servido para que algunos fueran recorriendo el campo sembrando pánico y bajando los precios.

¡Qué se me entienda! No hay ninguna crítica moral en estas palabras. Lógicamente, cada actor comercial intenta comprar la mejor calidad, lo más barata posible y venderla lo más caro. Hacen su oficio y lo hacen bien.

El problema es la desorganización de los productores que no son capaces de unirse lo suficiente para crear y añadir valor, para defender el valor de sus productos. Es mucho más fácil reclamar a las Administraciones que intervengan; puede incluso dar resultado a corto plazo; puede servir para comprar unos meses pero estos meses y tiempos estarán perdidos si no se invierten en organización.

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