Cada año, se desperdician unos 1.300 millones de toneladas de alimentos en el mundo con un valor cercano al billón de dólares; de hecho, según la FAO, si el desperdicio alimentario fuese un país, sería el tercero más contaminante del mundo. Solo en los hogares españoles, según datos del Ministerio de Agricultura, 1.350 millones de kilos de alimentos terminan en la basura anualmente en España y el 46% son frutas y hortalizas, convirtiéndose en la categoría que ostenta el triste liderazgo del desperdicio doméstico. Pero no solo eso.
Según expuso Nuria de Pedraza, directora de Comunicación y Relaciones Internacionales de AECOC, en el webinar ‘¿Son las frutas y hortalizas imperfectas desperdicio alimentario?’, organizado por la revista Mercados, la energía desperdiciada por la pérdida de alimentos alcanza el 10% del total empleado en la producción mundial que, a su vez, supone el 70% del consumo de agua.
Todas estas cifras evidencian el impacto del desperdicio alimentario sobre el medio ambiente y la salud del planeta, y justifican que su reducción se sitúe entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU para 2030.
Según comentó De Pedraza en el citado webinar, este desperdicio se genera a lo largo de toda la cadena de valor agroalimentaria, desde el campo (por causas naturales, ineficiencias técnicas o ciertas políticas comerciales) hasta los hogares, pasando por el supermercado. De hecho, y según afirmó, “la sección de frutas y hortalizas es la que más desperdicio genera en el punto de venta”, un 50%. Y la pandemia, más que revertir esa situación, la ha agudizado.
Si bien la frecuencia de compra se ha reducido y los consumidores reconocen que planifican mejor sus visitas al supermercado (78,5%), lo cierto es que, al acumular más producto en el hogar, el desperdicio aumenta. “Las compras de acaparamiento, si no las planificamos bien, suponen un mayor riesgo de desperdicio”, lamentó De Pedraza, y señaló que, de hecho, “el 7,5% de los consumidores ha tirado más comida a la basura”.
Y las nuevas tendencias de consumo parece que tampoco ayudan a revertir esta situación. Así, por ejemplo, para el 76% de los consumidores es importante reducir los envases de los productos para evitar el exceso de plástico y el 43% muestra su voluntad de comprar más a granel. Sin embargo, según dos de cada tres cadenas de supermercados, el granel genera más desperdicio; y eso a pesar de que permite comprar las piezas que realmente se necesitan.
¿Cómo debe actuar el sector?
Los datos dejan bien a las claras que la mayor parte del desperdicio de frutas y hortalizas se produce en los hogares. Por ello, Manel Simón, director general de Afrucat, panelista también en el webinar de Mercados, afirmó que “todo el sector debería adquirir el compromiso de educar al consumidor”.
En lo que respecta a la parte productiva, explicó que “podemos tener mermas que son gestionables” y, es más, “nuestro objetivo como empresarios es gestionar tendiendo hacia cero mermas”. Para ello, si la fruta es aprovechable, pero no es vendible según la normativa de comercialización, “irá a una industria que seguro la aprovechará”. “Las frutas no normalizadas, que serían las que no llegan a segunda categoría y tienen defectos mayoritarios, tienen destinos como los zumos, cremas, mermeladas o ciertas conservas”, apuntó.
Por todo ello, afirmó con rotundidad que “las frutas y hortalizas imperfectas no son desperdicio alimentario”, y concienciar al consumidor de esta realidad es el objetivo que se ha marcado la asociación ‘5 al día’ con su campaña ‘Perfectamente imperfectos’.
Desde el punto de vista del consumidor, y según comentó su presidente, Joaquín Rey, todos aquellos productos que, por el paso del tiempo, se acaban deteriorando en el hogar “son desperdicio alimentario” y, por ello, “debemos educar al consumidor para que compre de forma más responsable, aproveche y reaproveche los alimentos, y aprenda a conservarlos”.
El retail
Cristina Joven, responsable de Relaciones Externas y RSC de Alcampo, destacó la eficiencia de este canal a la hora de reducir el desperdicio y, es más, solo en su compañía, “lo hemos reducido un 8% en 2020 y nuestro objetivo es alcanzar el 25% en 2025”. Para lograrlo, trabajan en la prevención y formación de sus empleados. “Cualquier pérdida a lo largo de la cadena supone una ineficiencia y requiere de la puesta en marcha de buenas prácticas” que, en su caso, les ha llevado, incluso, a la economía circular. “Trabajamos para mejorar el aprovechamiento” y, en esta línea, explicó que Alcampo colabora con asociaciones y bancos de alimentos; pero no solo eso, “cuando los productos ya no pueden ser consumidos en fresco, tratamos de convertirlos en subproductos” y así, por ejemplo, transforman frutas y hortalizas imperfectas en productos que, posteriormente, comercializan bajo su MDD.
Esta preocupación por la reducción del desperdicio es el germen que dio lugar hace apenas tres años al nacimiento de Too Good to Go en España, una iniciativa que ya ha logrado ‘salvar’ 1,3 millones de kilos de frutas y hortalizas de llegar a la basura gracias a la venta de 260.000 packs. Además, “también hemos ahorrado 3,2 millones de kilos de CO2 que no han llegado a la atmósfera”, afirmó Adrián Hernández, su responsable de Gestión Postventa de Grandes Cuentas.
Según Hernández, los packs de frutas y hortalizas suponen el 25% del total que gestionan diariamente. Además, y para seguir avanzando en esta línea, acaban de suscribir un nuevo acuerdo con Mercamadrid y Mercabarna.
Todos los panelistas coincidieron, e insistieron, en la importancia de sensibilizar al consumidor sobre la necesidad de reducir el desperdicio, y apuntaron a la formación como una de las claves para contrarrestarlo y dar cumplimiento al objetivo marcado por la ONU. Y si es antes de 2030, mejor.