“Para nuestros socios hacemos un riguroso proceso de selección para elegir las mejores plantas de acuerdo con los estándares de calidad de Grufesa”, nos explica Roberto Gómez, responsable técnico del vivero, cuando lo visitamos.
Para garantizar esa calidad excepcional, Grufesa aplica la última tecnología no solo en campo, sino también durante el proceso de manipulado que comienza cada mes de octubre. Así, una vez entra una caja de plantas de fresas en sus instalaciones, más del 60% de Rociera, de FNM, estas se envasan, se controla cada paquete, recontando las plantas y desechando aquellas que no alcanzan la calidad exigida, y se identifican con una pegatina de radiofrecuencia, el denominado ‘papel inteligente’. Todo esto es, además, un trabajo en equipo y, de hecho, cuando comienza la manipulación, son varios los empleados de la cooperativa en Huelva que se desplazan a Ávila para seguir de cerca este proceso, garantizando la trazabilidad del producto. “Sabemos en todo momento quién ha trabajado cada planta gracias a esos controles y todo con el objetivo de ofrecer a nuestros socios la mejor calidad para garantizar su tranquilidad y confianza”, afirma Roberto Gómez.
Mantener estos estándares no es tarea fácil, y mucho menos en una campaña como la actual, en la que la complicada climatología ha retrasado las plantaciones en los viveros y despertado cierta preocupación entre los productores, que esperan que no se resientan los volúmenes al inicio del ejercicio. Sin embargo, en Grufesa lo tienen claro y, en ningún caso, sacrificarán la calidad de su planta.