El equilibrio entre las expectativas del consumidor y el producto final es, para la firma Vicente Peris, la clave del éxito de la sandía y lo que hace que, campaña tras campaña, su consumo aumente. Evidentemente, aún hay margen de mejora, pero este cultivo parte ya con una clara ventaja frente a otros como el melón, aún perdido en los lineales y con un futuro incierto por delante. “Hasta que la apuesta por un mínimo de calidad no cuaje entre los productores, estaremos lejos de mandar un mensaje único y consistente”, lamenta Alberto Montaña, director general de la firma, quien explica que “hay demasiada diversidad y criterios productivos y así no hay mercado que pueda confiar en un producto”.
En su caso tienen claro que consolidar el éxito de la sandía y contribuir a mejorar la situación del melón pasa por la diferenciación a través de la marca. De hecho, “el 60% de nuestras ventas se genera bajo nuestras marcas” y, es más, “somos marquistas para nuestros productos y los de los clientes que los identifican con sus propias etiquetas”; es decir, los controles de calidad son los mismos “y esa es una de las claves de Vicente Peris”.
Su mercado natural es España, si bien sus ventas de sandía al exterior aumentan de forma progresiva. Una vez más, no ocurre lo mismo con el melón, puesto que “los mercados exteriores no están preparados para asumir el coste de nuestros melones Premium”. Aun así, la firma está probando nuevas variedades de Piel de Sapo con menor calibre y que responden a las exigencias de los mercados exteriores. “Falta perfilar las condiciones y resultados del cultivo, así como su adaptación a cada región productora”, nos explica Montaña.
Tendencias
Con el objetivo de contribuir al aumento del consumo de frutas y hortalizas, insisten en su capacidad de adaptación a las demandas de sus clientes. En esta línea, Montaña apunta que, hoy por hoy, hay dos tendencias claras en el mercado de melón y sandía: por un lado, la venta en cuartos o mitades y, por otro, el procesado. Con respecto a la primera, “lleva un ritmo de crecimiento, ya que el consumidor valora ver el interior de la fruta, comprar una porción menor o reducir el desperdicio alimentario”.
En el caso de la IV Gama, “un negocio real aquí y fuera de nuestro país”, existen, sin embargo, diferentes matices entre países. De este modo, mientras en Estados Unidos o Gran Bretaña el consumo medio por persona y año ronda los 15 kilos, en España apenas suma 2,2 kilos. “Nuestro país es productor, tiene un mayor acceso al convencional y aún no entiende el sobrecoste del procesado”, concluye Montaña.