En Almería, la principal zona productora de tomate de España con más de un millón de toneladas en la pasada campaña, la superficie dedicada a estas especialidades, sobre todo tomate cherry, supera el 20% de las 10.380 hectáreas cultivables este año, cifra que aumenta si tenemos en cuenta otras como los asurcados (4,12% de la superficie total) o el Raf (1,56%), además de otras especialidades de menor relevancia.
En el caso del cherry, todo apunta a que su superficie seguirá creciendo motivada, por un lado, por el aumento de su demanda (en países como Alemania, Holanda, Dinamarca, Suecia o Reino Unido es la tipología líder en ventas) y, por otro, por su mayor rentabilidad frente a tomates más tradicionales. De hecho, en la pasada campaña, su precio medio se situó en torno a los 1,30 €/kg, mientras que el tomate rama, el más cultivado, se vendió a 0,78 € y, el pera, a 0,67 €, según datos de la Junta de Andalucía.
Sin embargo, rentabilizar estas producciones no es tarea fácil, como veremos. Hay que contar con programas cerrados y, sobre todo, ofrecer a los clientes una garantía de servicio y un producto de calidad.
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