Las 7 estrategias clave para el desarrollo del sector
Con la falta de soluciones para la conservación, la patata de importación francesa cede terreno a la nueva española, que debe aprovechar esta coyuntura para ampliar su presencia en los mercados, potenciando sus principales características, que son frescura, calidad y origen local. El sector se impulsa con una mayor profesionalización que obedece a siete estrategias clave.
Comparte
1. Crecer en volumen
El mercado español es deficitario a nivel de producción en el año natural y la primera opción sería incrementar las hectáreas para reducir su dependencia de las importaciones. Ahora que el consumidor pide producto local, hay una oportunidad sectorial para apostar en este sentido. “Tenemos el viento a favor”, declara Jean Michel Beranger, director general de la Asociación Princesa Amandine Ibérica. Además, la prohibición del clorprofam en 2020 en Francia como antigerminante no les permite alargar tanto la conservación, lo que representa un punto a favor en el mercado para la patata nueva española.
2. Ampliar la campaña nacional
Es la estrategia que están llevando a cabo la mayoría de los operadores, enlazando diferentes zonas de producción nacional en función del calendario para ampliar al máximo la campaña. “Una mayor apuesta en esa dirección aseguraría cuotas de crecimiento y permitiría hacer frente, no solo a la patata europea, sino a la de otros orígenes”, declara David Cantarero, Product Manager de la categoría de patatas/cebollas de Fernández Global Fruit Group. Para ello, se están desarrollando variedades propias, junto a centros de investigación, que les permitirá ampliar la ventana comercial. Asimismo, también buscan con ello segmentar los usos culinarios de la patata cada vez más. El objetivo es responder a la demanda del consumidor e ir acorde a las necesidades del mercado.
Por otra parte, sería posible aumentar el volumen de patata de conservación nacional. Aunque es cierto que el clima español le provoca más estrés a la planta y, por tanto, menos facilidad para la conservación, hay zonas como Álava donde el clima es más suave y la patata se puede conservar en buenas condiciones comerciales durante meses. E incluso en Castilla y León se está apostando por cultivar variedades que aguanten el invierno para comercializar todo el año, como lleva a cabo Patatas Meléndez con las variedades Agria y Lady Amarilla “de calidad óptima”, como explica Juan Manuel Coello, su director de Operaciones.
3. Diversificar
Aunque la patata sigue siendo un producto commodity, con un gran volumen de venta en referencias como las mallas de 3 ó 5 kg, para ciertas ocasiones se demandan productos más gourmet y, en esta línea, “el lineal está muy vivo y es muy diverso”. Se trabajan nuevos formatos, envases, calibres, presentaciones, variedades… y la línea de IV y V Gama con presentaciones microondables y nuevas referencias que le dan una segunda vida al producto, y con valor añadido. El objetivo ahora es que puedan llegar a consolidarse.
4. Optimizar costes
Se convierte en algo imprescindible para poder seguir trabajando en los tiempos que corren. Por ello, el sector está llevando a cabo inversiones constantes en optimizar los sistemas en sus almacenes, automatizando procesos, y aplicando tecnologías combinadas de robótica y visión artificial de última generación que les va a permitir segmentar más y mejor la calidad de sus productos. “Se trata de aplacar costes, pero también de sostenibilidad”, puntualiza Ángel Muñoz, director general del Grupo Intersur.
Es preciso permitir un aspecto de la patata más natural o los supermercados perderán cuota
5. Apostar más por la sostenibilidad
El Pacto Verde europeo tiende a reducir los productos químicos, hacia una agricultura más sostenible y saludable para el consumidor y, por tanto, minimiza las opciones para la conservación de la patata. Este camino hará disminuir su volumen inevitablemente, dando paso a una mayor cuota de mercado para la patata nueva. En esta línea sostenible, en orden de importancia ha estado la búsqueda de formatos reciclables, así como de sistemas con una mayor digitalización para mejorar la gestión de los recursos. En cuanto al desperdicio alimentario, se define como un sector que aprovecha el producto. Si no es de primera, se destina a otros canales para segunda categoría, o bien a industria o incluso alimentación animal.
6. Olvidar la idea de la patata perfecta
Que el consumidor compra por la vista es una realidad. De hecho, el aspecto de la patata es primordial para el lineal de la cadena de la distribución. El problema viene cuando solo por pequeños defectos visuales, la patata se queda fuera del lineal y es considerada de segunda categoría, vendiéndose en otros canales a mucho menor precio, pero con la misma calidad. Este segmento representa un importante volumen de venta y aumenta cada año, especialmente en ejercicios como este, con inflación y en el que se prevé una contención del consumo. “Es preciso permitir un aspecto de la patata más natural y tener precios más competitivos o perderán cada vez más cuota de mercado los supermercados”, señala Alfonso Sáenz, gerente de Udapa.
7. Mayor unión
Pese a que se han dado pasos con la creación de OIPACYL, la interprofesional de patata de Castilla y León, principal región productora de España, aún queda mucho por recorrer para parecernos al modelo francés, muy avanzado, que cuenta con la CNIPT a nivel nacional. Están muy cohesionados, vertebrados y este organismo representa a la cadena, hace de juez mediador y dicta leyes, además de realizar grandes campañas de promoción. “Es a lo que debemos aspirar”, reza Pepe Porcel, gerente de Distrisur.