El sector agroalimentario es uno de los sectores económicos más amenazado por el cambio climático con fenómenos climáticos adversos cada vez más frecuentes y extremos como las sequías o las inundaciones.
La lucha, mitigación y adaptación al cambio climático ha sido un proceso que la agricultura siempre ha superado con éxito, pero el contexto económico y comercial y, sobre todo, la necesaria garantía de abastecimiento alimentario, implican que este nuevo proceso no puede ser afrontado de manera individual por los agricultores. Se necesita la acción conjunta de toda la sociedad. Así lo entendemos y, por ello, tratamos de contribuir desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación con el desarrollo de normativa y el diseño de políticas fundamentadas en la ciencia y en la innovación.
En este sentido, entendemos que las nuevas técnicas genómicas (NGT) y la sostenibilidad de los suelos son dos herramientas clave para que los agricultores puedan adaptarse al cambio climático y garantizar así la producción de calidad y la seguridad alimentaria en los años venideros.
España lidera desde hace tiempo el debate en la Unión Europea para la adopción del marco regulatorio de las NGT que nos permita equipararnos y competir en igualdad de condiciones con otros países de nuestro entorno (esa es nuestra verdadera competencia y no las prácticas no sostenibles de otros socios comerciales), de modo que la agricultura española siga estando en la vanguardia con un elevado nivel tecnológico en los sistemas de producción. Somos firmes convencidos de que la edición genética mejora los cultivos en aspectos como su capacidad de adaptación al cambio climático y la calidad nutricional.
«Las nuevas técnicas genómicas (NGT) y la sostenibilidad de los suelos son dos herramientas clave
para que los agricultores puedan adaptarse al cambio climático»
Por otro lado, está la sostenibilidad de los suelos que impulsamos desde este Ministerio. En los últimos años se ha producido un notable avance en el conocimiento y los principios fundamentales de la agricultura de conservación y de la agricultura del carbono. Lo que hace poco parecía incompatible con la producción desde el punto de vista agronómico, hoy, gracias a los estudios y experiencia, es una realidad. Es evidente que prácticas como el uso de cubiertas vegetales y de otras prácticas culturales sostenibles contribuyen a incrementar la materia orgánica en el suelo y su capacidad productiva. Gracias a su puesta en marcha en el marco de nuestro plan estratégico de la Política Agraria Común (PAC), España puede mitigar el cambio climático al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 2,7 millones de toneladas de CO2 al año.
Además, el cambio climático ha generado una dispersión y ampliación en la distribución de plagas y enfermedades, principalmente debido a la de sus agentes y vectores transmisores, pues se amplían los hábitats para especies de otras latitudes. Desde el Ministerio trabajamos para facilitar y aumentar la disponibilidad de organismos de control biológico, en proporcionar al sector los conocimientos necesarios en relación con la gestión integrada de plagas o en la autorización, en condiciones excepcionales, de productos fitosanitarios concretos que permitan gestionar situaciones de especial gravedad.
Esta adaptación y mitigación del cambio climático no debe olvidar el fin último de la agricultura, de nuestra agricultura: garantizar el abastecimiento alimentario, sin descuidar la calidad y la identidad de nuestros alimentos. Por ello, hemos puesto en marcha la Estrategia Nacional de Alimentación. El objetivo es afrontar los desafíos del suministro de alimentos obtenidos a partir de sistemas alimentarios sostenibles que fortalezcan las áreas rurales y garanticen una alimentación saludable apoyada en la innovación y en la tecnología.
Confiamos en que las decisiones que estamos tomando para acompañar a los agricultores en este desafío del cambio climático tengan un resultado firme: que España siga siendo el referente en agricultura y calidad alimentaria que es hoy en día.