La exportación española de frutas y hortalizas frescas mantiene su evolución positiva en valor, situándose en el primer semestre de este año en 9.242 millones de euros, un 4% más que en el mismo periodo del año anterior. No obstante, el volumen ha retrocedido un 5%, hasta los 6,8 millones de toneladas. Esta caída se observa tanto en hortalizas, con 3,1 millones de toneladas (-5%) como en frutas, con 3,6 millones de toneladas (-6%). La situación es debida, en una parte importante, a la meteorología adversa, que ha provocado que algunas producciones como la fruta de hueso se reduzcan fuertemente, pero sobre todo a la inflación en los costes.
Precisamente este incremento de los costes es uno de los mayores problemas en estos momentos, en línea con lo ocurrido en todos los sectores económicos. Se ha producido en todos los insumos necesarios para la producción y comercialización hortofrutícola, destacando el precio de la energía, los fertilizantes, los plásticos agrícolas… Y la situación se ha agravado con la guerra de Ucrania.
Otro de los problemas a los que nos enfrentamos es la transición verde derivada de la Estrategia de la Granja a la Mesa, que plantea un gran desafío a la producción de frutas y hortalizas, puesto que prevé una reducción del uso de plaguicidas de un 50% de aquí al 2030 y del uso de fertilizantes de un 20%. Aunque compartimos la necesidad de avanzar en producciones lo más sostenibles posibles, es necesario buscar una sostenibilidad competitiva. No podemos producir sin que se garantice la disponibilidad de herramientas de sanidad vegetal suficiente para hacerlo con calidad, de forma segura y con elevados volúmenes como requiere el mercado. Sobre todo, teniendo en cuenta que, con relación a las producciones de países terceros, no hay reciprocidad en el cumplimiento de los estándares agronómicos, medioambientales y sociales exigidos a los productores europeos.
Es necesario buscar una sostenibilidad competitiva para garantizar nuestras producciones
El reto del consumo es también importante. La demanda de frutas y hortalizas frescas en los hogares hasta junio de este año ha retrocedido un 14% respecto al mismo periodo de 2021, situándose en 3.442 millones de kilos; un 21% respecto a 2020, año de la pandemia; e incluso ha descendido un 9,6% con relación a 2019, antes de la pandemia. Los datos muestran que la apuesta por el consumo de frutas y hortalizas frescas que se hizo en los hogares durante los confinamientos de 2020 consecuencia del COVID-19 no se ha mantenido en el tiempo, volviendo a la tendencia decreciente o de estancamiento de la demanda de la mayoría de las frutas y hortalizas de los años anteriores a la pandemia.
La coyuntura es compleja, pero quiero concluir poniendo en valor las características del sector hortofrutícola. La diversidad de la oferta, la amplitud de calendarios, la capacidad de adaptación a las exigencias de los consumidores o la cercanía de las producciones españolas a los grandes mercados comunitarios son algunos de los factores que tenemos a nuestro favor y que debemos reforzar para mantener la posición de liderazgo. Todo ello comprobable en la pasada edición de Fruit Attraction.