Unos 140 participantes y 13 conferenciantes atestaron de su éxito. Este foro de reflexión es bastante único porque reúne a empresas del sector productor con empresas de la distribución, profesionales y académicos, para intercambiar experiencias y vivencias en torno a distintos temas. Este año tocaron tres, entorno a los cuales se estructuraron las mesas redondas.
La primera abordo los cambios que se están produciendo en nuestra sociedad. El diagnóstico inicial fue claro: auge del « hiper-individualismo », fragmentación del universo de los consumidores en una multitud de distintos consumidores con demandas diferentes; crisis económica que potencia el factor “precio” de los productos; deseos de los ciudadanos (como conocer el origen de los productos, cuidar del medio ambiente y conseguir productos de calidad) no siempre en concordancia con el comportamiento de los compradores; auge (dijeron que hasta el 70%) de las familias con uno o dos miembros; desaparición de las comidas familiares y auge del picoteo entre horas; envejecimiento de la población…Entre las cosas que se dijeron desde la mesa o desde la sala, me permitiría destacar las siguientes:
- El consumidor encontraba ayer en la tienda una naranja y un tomate. Hoy esta confrontada a distintas naranjas y muchos tomates distintos.
- Un gran dilema es “cocinar, o no cocinar”, sabiendo que cocinando se ahorra económicamente pero se invierte tiempo.
- Los distribuidores están inducido a dar prioridad a la producción nacional, pero el consumidor quiere productos todo el año y, en todo caso, también fuera de la temporada de producción gala.
- Con la inflación y el aumento de los precios, el consumidor se ha hecho más exigente en lo referente a la calidad de los productos, lo que aumenta el desperdicio alimentario al no encontrar tanto mercado los productos con algún (pequeño) defecto.
- La mejor manera que el consumidor acepte productos con algún (pequeño) defecto, es venderlo como producto local o ecológico.
La segunda mesa redonda verso sobre como conciliar transición ecológica y economía: producir, y si posible producir más y en todo caso mejor, con menos; como hacer frente al auge de los costes de producción; la urgencia climática no es para mañana sino que ya es hoy; como hacer frente a la escasez de recursos, en particular de agua, ya que Francia (y el sur especialmente) también han estado confrontado a una sequía y tienen mucha menos experiencia que nosotros en su gestión; como explicar todo esto a los consumidores…
Entre lo oído en la sesión, podríamos destacar:
- El agricultor ya hace muchas cosas que van en el sentido de una mayor sostenibilidad pero estas no se miden y, por lo tanto, no se sabe y no se comunica al respecto.
- Las frutas y hortalizas “feas” requieren una estrategia especifica que pasa por su valorización, en primer lugar, por la industria, para los alimentos para animales (un sector en claro auge) y para la alimentación infantil (los potitos de toda la vida).
- Una gran pregunta es saber en que medida el consumidor está realmente dispuesto a asumir su cuota de responsabilidad en la adaptación al, y la mitigación del, cambio climático.
La tercera mesa redonda se llamó significativamente reconstituir la competitividad de los productores franceses. El uso de la palabra “reconstituir” es ya de por sí buena muestra primero de las dificultades con las que están confrontados nuestros vecinos galos pero también de su toma de consciencia al respecto. Hay que reinventarse, tanto en los aspectos de lo que se produce y como se produce sino también de como se vende, como se construyen nuevos partenariados entre producción y distribución y como se valoriza lo local y lo ligado al territorio, al “terroir” en esta bonita palabra francesa que no cabe traducir al castellano por “terruño”.
La verdad es que fue una jornada muy intensa y, a pesar de que esta fue la última mesa redonda y que ya empezaba a estar un poco cansado, apunté las siguientes reflexiones:
- La ley Egalim (lo que podría ser lo equivalente a nuestra ley de la cadena) permite a las producciones que quieran ser eximidas de la obligación de formalizar un contrato por escrito. Han decidido, en el sector de las frutas y hortalizas, acogerse a esta exención.
- Como país hoy deficitario en frutas y hortalizas, quieren valorizar el origen nacional. Pero no es fácil convencer al consumidor de una manera constante si esta diferenciación va unida a un precio más elevado sin una diferencia de calidad, de sabor o de frescor clara.
- Marcar la diferencia es, por lo tanto, una necesidad y una urgencia. Una de las vías seguidas, al lado de los productos ecológicos, es la de garantizar un producto con residuos cero.
- Esto nos lleva a la anticipación de los cambios que están viniendo o van a venir, en residuos pero también en costes de producción, por ejemplo promoviendo las energías renovables.
- Rebajar los costes de producción es esencial, para que la necesaria diferencia de precio entre el producto francés y el importado sea lo menor posible.
- Para los agricultores familiares, es clave el poder intercambiar sus experiencias y compartir las innovaciones en círculos de confianza, entre ellos, con el acompañamiento técnico de su cooperativa.
- La calidad intrínseca del producto ya no es suficiente para construir una diferencia en el mercado, hay que unirle otros valores, sociales, medioambientales, territoriales, de precio justo para el productor (se entiende para justificar una diferencia de precio con los productos competidores, generalmente importados).
- La diversificación es una pieza importante de una buena gestión de riesgos: diversidad de productos y temporadas y diversidad de canales de distribución, siempre mirando al mismo tiempo del lado de los costes.