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Los invernaderos del sur de Europa, ejemplo de sostenibilidad y distribución de la riqueza

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La producción de frutas y hortalizas y su cultivo bajo los invernaderos solares del sur de Europa no se caracteriza únicamente por la reducción de la huella hídrica, un menor número de emisiones contaminantes o la sostenibilidad de estas estructuras de cultivo, sino que también destaca por el reparto igualitario del territorio, así como por su repercusión social y la distribución equitativa de la riqueza.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que para el 2050 la población mundial supere los 9.100 millones de personas, por lo que la producción agrícola deberá aumentar en un 70% para satisfacer esta demanda. Como la mayoría de las tierras adaptadas para la agricultura ya están en uso, el crecimiento deberá provenir de mayores rendimientos.

Así, los invernaderos solares se han convertido, no solo en una forma de explotación agroalimentaria, sino en un medio de vida para los residentes en esta zona y los datos registrados en relación con el desarrollo de empresas en el territorio así lo demuestran. De esta forma, la evolución económica de estas áreas ha venido también acompañada del desarrollo de entidades de tipo asociativo o cooperativo, además de compañías de comercialización local estrechamente ligadas a los procesos de producción.

En este sentido, las organizaciones pertenecientes a este modelo, cooperativas y sociedades agrarias de transformación representan en la actualidad, en torno a un 70% de la venta de frutas y hortalizas en el país.  El doctor estadounidense en Economía Agraria, Michael Cook es considerado uno de los referentes mundiales en cuanto a cooperativismo y considera el modelo de producción de las provincias del Sur de Europa como una referencia en el sector. Asimismo, Cook pone especial énfasis en la labor de las organizaciones para lograr los objetivos económicos y sociales de estas zonas geográficas.

Del reparto equitativo del territorio se desprende también una amplia e igualitaria distribución de la economía provincial en su conjunto, generando pocas disparidades en cuanto a niveles de ingresos y bienestar. De este modo, el sur de Europa ha pasado en pocos años a ser una zona capaz de atraer individuos de todo el mundo, impulsando la economía en zonas rurales con un alto riesgo de despoblación, dándoles a estas áreas la oportunidad de seguir creciendo, también socialmente.

En este sentido, existe un mayor porcentaje de extranjeros empadronados en las provincias europeas con mayor producción de cultivos de invernaderos solares. Según los datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), el porcentaje de población emigrante empadronada en una de las provincias productoras del sureste español el año 2022 fue del 21,8%, siendo la media nacional de un 11,6%. En total, son 15.000 las familias de agricultores las que se dedican a la producción con 2,5 hectáreas de media y la generación de más de 110.000 puestos de trabajo.

Salario justo

La retribución española a la mano de obra en la horticultura invernada está en sintonía con la de sus vecinos europeos, llegando, incluso, a estar por encima de algunos países productores, tal y como se refleja en el Livre Blanc del año 2020.  En este sentido, uno de los derechos sociales más importantes es que se pague a los trabajadores por cuenta ajena una retribución justa, adecuada al valor de los bienes que producen. Así, esta forma de cultivo y producción sostenible es todo un ejemplo de integración social y de igualdad.

El papel de la mujer en el campo

El papel de las mujeres en el campo siempre ha sido de gran importancia, contribuyendo al desarrollo económico y social del territorio y, por tanto, a la riqueza del mismo. Durante años, su rol se ha visto injustamente invisibilizado, pero, actualmente, la igualdad se ha impuesto en este tipo de producciones y muchas mujeres ocupan altos cargos en las empresas y cooperativas, un indicativo más de la sostenibilidad social derivada de este tipo de cultivos.

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha recalcado que, según datos del último censo agrario, el número de mujeres jefas de explotación ha aumentado un 22% en 10 años.  Así, el último Documento Divulgativo del Diagnóstico de la Igualdad de Género en el medio rural, correspondiente al 2021, refleja un aumento de la participación de las mujeres en el empleo, con una tasa de empleo femenina del 51,6%, frente al 49% registrado en 2011 y la reducción de la brecha laboral de género con respecto a hace una década que es en la actualidad de 9 puntos porcentuales.

Asimismo, en España el número de mujeres responsables de explotaciones ha aumentado un 22% en los últimos 10 años, siendo ocupados por féminas el 70% de los puestos en comercialización y el 30% de los puestos en campo.

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