Cuando el verano está dando sus últimos coletazos llega la fruta de hueso más tardío de Aragón. Porque es ahora cuando comienza la recolección de la producción amparada en la Denominación de Origen Melocotón de Calanda, que integra una zona de cultivo que se extiende por el Bajo Aragón histórico y que recorre 45 municipios desperdigados por las provincias de Teruel y de Zaragoza.
Muy cauto, el presidente del consejo regulador de la D. O., Samuel Sancho, prefiere no concretar cifras, porque el verano ha sido muy complicado y las continuas tormentas de granizo han provocado daños «aquí y allá» que todavía están cuantificando los peritos de Agroseguro. Reconoce, sin embargo, que las previsiones iniciales apuntaban a una cosecha cercana a los 4 millones de kilos, «similar» a la conseguida el pasado año por esta denominación, creada en 1999 por los productores de la zona -con Calanda a la cabeza- para proteger unas pioneras técnicas de cultivo que dan como resultado un producto de mayor calibre y mejor calidad.
Cuando se le pregunta al presidente de la Denominación de Origen Melocotón de Calanda cómo se presenta la campaña que ahora comienza, Samuel Sancho asegura sin vacilar: «Con incertidumbre». Y se resiste a cuantificar el volumen de fruta que se podrá certificar con la marca de calidad durante este año.
Es cierto que a primeros de julio la denominación había realizado sus primeros cálculos y desde el consejo regulador se estimaba que la D. O. podría poner en el mercado hasta 4 millones de kilos de este melocotón, una fruta muy relacionada con la época estival que, sin embargo, llega al consumidor cuando a punto está de entrar el otoño. El clima había dejado su huella en algunas explotaciones, pero las afecciones -importantes sin duda para los productores- no resultaban significativas para el total de la producción. Pero el granizo no ha dado tregua y en una extensión tan diseminada como la que integra esta D. O. -está formada por 45 municipios de dos provincias- las tormentas han provocado daños en distintas y variadas zonas, cuyas pérdidas todavía se están peritando.
«Ha sido un año muy complicado. Hacía tiempo que no se veía un verano con tanto granizo ya desde la primavera, incluso hasta el día de hoy siguen las alertas y los avisos por fuertes tormentas y pedrisco», explica Sancho, que reconoce que en un cultivo que se extiende por todo el Bajo Aragón histórico «era difícil librarse de estos daños en un año tan difícil como este».
Por eso, aunque Sancho recuerda que en las estimaciones iniciales, la denominación confiaba en repetir las cifras de 2017 «que fue una campaña positiva», lo cierto es que no se atreve a afirmar que así será. «No se tienen datos de cuántos daños hay», insiste, pero reconoce que con toda seguridad el efecto del granizo en el fruto producirá una merma de la producción «que esperamos que sea en un porcentaje pequeño», explica con más deseo que certeza.
Porque aún ahora los agricultores siguen mirando al cielo, pendientes de un clima que, de continuar como en las últimas semanas, podría poner en peligro la producción que ahora comienza a recolectarse. Ha sido esta semana cuando ha comenzado la cosecha, pero el trabajo que los productores de esta denominación realizan para conseguir el «auténtico» Melocotón de Calanda se inicia muchos meses antes. Es en mayo cuando se realiza el aclareo, una práctica agraria con la que se elimina el 70% de los frutos que existen en el árbol para que cada unidad se desarrolle a una «distancia cómoda» de 20 centímetros de su ‘vecino’. No es un capricho, se trata de una técnica con la que se consigue un fruto más carnoso y de mayor volumen -con un diámetro de 73 milímetros como mínimo-.
En los meses de junio y julio se pone en práctica otro laborioso trabajo que da identidad a esta denominación de origen. Se trata del embolsado, una práctica nada fácil que, como su nombre indica, se realiza de forma manual y con la que cada fruta es protegida con una bolsa de papel parafinado, traslúcido y transpirable que cuenta con unos pequeños orificios en la parte inferior que tienen como finalidad conseguir no solo que el agua de lluvia pueda penetrar, sino también que el melocotón respire durante el proceso de maduración. El objetivo del embolsado es crear un microclima individual con el que se produce un fruto totalmente natural, limpio, con una maduración uniforme y con las característica organolépticas que convierten en único al Melocotón de Calanda. Además, señalan desde la denominación, cada pieza esta protegida así de efectos meteorológicos y de plagas, con lo que además se reduce de forma notable el uso de fitosanitarios.
Estas tareas, sumadas a la recolección, que también se realiza de forma manual llega a emplear en el conjunto de las explotaciones frutícolas del Bajo Aragón histórico hasta unas 3.000 personas entre los meses de mayo y octubre. Una mano de obra que comienza a mostrar una menor disponibilidad.Sancho reconoce que quizás por la recuperación de otros sectores económicos, durante esta campaña se ha detectado «que hay cierta escasez de personal». El presidente de la D. O. asegura que no es un hecho dramático ni se ha convertido en un problema grave como el que se ha producido en otras Comunidades productoras, pero advierte que ya es un hecho que en determinados momentos puntuales de la campaña resulta más complicado disponer de los trabajadores necesarios.
Crecer en exportación
La producción de Melocotón de Calanda cosechada en esta campaña tendrá como destino mayoritario el mercado nacional, porque la demanda interna es el principal cliente de esta producción aragonesa, que también tiene presencia internacional. Actualmente se exporta alrededor del 24% de la producción, que viaja esencialmente a la Unión Europa, con Alemania a la cabeza, pero también a Francia, Italia o Suiza.
Llegar más lejos es complicado, destaca Sancho, que reseña que en 2016 ya intentaron abordar el mercado asiático, poniendo el primer pie en Hong Kong, ya que esta región china presenta menos trabas burocráticas y administrativas que el resto del país. Realizaron entonces unos «envíos de prueba», pero resultó «muy complicado», porque no pudieron obtener datos de cuánto, cómo y en qué condiciones se había realizado el viaje y la entrega. «Es arriesgado», reitera, porque el trayecto es muy largo y la fruta comercializada muy perecedera. «El melocotón apenas tiene unos dos o tres días de vida», destaca Sancho.
De todas maneras, no dejan de mirar al exterior y entre sus objetivos está abrir nuevos huecos en los mercados internacionales. «Este año nuestra previsión es como mínimo mantener nuestros porcentajes de exportación, e incluso incrementarlos», explica el presidente de esta denominación, que puntualiza, sin embargo, que cada campaña es diferente y la comercialización depende del comportamiento de la demanda interna, que es su principal consumidor. «El año pasado hubo muchísima demanda nacional y prácticamente no se hizo nada de exportación», explica.
Lucha contra el fraude
Sea en el exterior, o en el mercado nacional, el Melocotón de Calanda tiene una reconocida fama y prestigio con siglos de historia. Una popularidad que, sin embargo, les hace estar permanetemente vigilantes ya que no es difícil encontrar melocotones que se comercializan como de Calanda cuando en realidad no los son. Esa circunstancia hizo necesaria la creación de la Denominación de Origen, hace ya casi 20 años, que protegiera el producto no solo por su identidad territorial sino también por su calidad diferenciadora.
Pese a todo, «lamentablemente continúa habiendo mucho fraude», asegura Sancho, que destaca que la lucha contra estas prácticas «tiene que ser una labor de todos». El presidente de la denominación reconoce que es complicado detectar, denunciar y terminar con las ventas fraudulentas, porque «yo he llegado a encontrar melocotones que vendían como de Calanda sin serlo en un pequeño pueblo perdido en la montaña en Cataluña».
Para ello, la denominación trabaja intensamente con el fin de concienciar a los consumidores y recordarles que existen distintivos claramente diferenciadores que permiten distinguir el ‘auténtico Calanda’ del fraude. Su olor, su tamaño -más de 73 mm de diámetro-, su color
( amarillo crema y el amarillo pajizo), son marcas de identidad, pero lo que no deja lugar a duda es su etiqueta negra numerada, con la que el consejo regulador certifica el producto.
Y recuerda que el Melocotón de Calanda se comercializa desde mediados de septiembre hasta finales del mes de octubre, dependiendo de los factores climatológicos. Así que si el consumidor lo encuentra antes de esa fecha, debe desconfiar. «Lo normal es que no sea auténtico», aseguran desde la denominación de origen.
Más dulce, más productiva, mas firme y más resistente a las fisiopatías
La Denominación de Origen Melocotón de Calanda trabaja desde hace años en la mejora genética del fruto. Y lo hace de la mano de un equipo multidisciplinar del que también forman parte el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), el Centro de Transferencia Agroalimentaria; la Estación Experimental Aula Dei del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Zaragoza, con el fin de conseguir variedades más productivas, que alcancen el nivel deseado de azúcares, que se mantenga con mayor firmeza en el árbol y que sean más resistentes a anomalías físicas características de este tipo de fruta dulce.
El proyecto, financiado comenzó a andar allá por 2007, y durante estos años se han seleccionado 25 árboles de diferentes familias con los que se han realizado diferentes cruzamientos de las que ya están realizando las primeras evaluaciones.
Lo explica José Manuel Alonso, investigador de la Unidad de Hortifruticultura del CITA de Aragón, que destaca que «algunas preselecciones están resultando bastante interesantes». De hecho, el paso siguiente será que su ensayo en parcelas «con el fin de analizar cómo se comportan agronómicamente».
Alonso detalla que este proyecto quiere dar respuesta a algunos de los retos que tiene planteada esta denominación. «Uno de los problemas que tenían en la denominación es que encontraban dificultades para alcanzar el nivel de azúcares que exige el reglamento de la D. O.», detalla el coordinador del proyecto que tiene como uno de sus objetivos conseguir un fruto más dulce.
Se buscan además variedades con mayor firmeza para evitar las mermas que se producen en el manejo durante la postcosecha, o que se mantenga más y mejor en el árbol durante el periodo de cosecha. Y sobre todo, se trabaja en un mejora genética que permita disponer de un fruto que no presente anomalías fisiopatías, como la mancha vitrescente, una mancha marrón que no tienen ninguna afección para el consumidor, pero que provoca importantes mermas en la producción de melocotón tardío porque su aspecto desanima a la compra. Alonso considera que en tres años podrían disponer de información de los ensayos que ahora se están plantando, pero tendrán que pasar cinco años hasta poder decidir cuáles pueden ser las nuevas variedades de Melocotón de Calanda.
Fuente: www.heraldo.es