Las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania no solo han condicionado el suministro de cereales en el mercado internacional, sino que también ha supuesto una reducción en la oferta de fertilizantes y una consecuente escalada de los precios de estos. Según publica lainformacion.com, desde la patronal Fertilizers Europe (FE) han dado la voz de alarma, ya que la producción de agronutrientes en el Viejo Contintente se ha reducido en más de un 70% y los altos precios del gas están detrás de estos datos, puesto que el combustible fósil supone un 90% de los costes variables asociados a estos.
Un problema que se ve agravado por la reducción de las importaciones provenientes de Rusia, que tradicionalmente ha sido el principal exportador de fertilizantes, y otros socios como Bielorrusia, que solía enviar cerca del 40% del potasio utilizado en todo el mundo. Rusia enfrenta serias dificultades para poder vender lo producido y, mientras, Europa las ha encontrado para poder llevar a cabo el proceso de fabricación. Por ello, según recoge la Asociación Internacional de Fertilizantes (IFA), integrada por más de 400 miembros y presente en cerca de 70 países, existe una clara probabilidad de que haya escasez de ciertos fertilizantes en 2022.
En el mismo sentido se pronunciaba hace unas semanas el director general de Fertilizers Europe (FE), Jacob Hansen. “Los precios récord y volátiles del gas, han hecho que la situación sea insostenible para la industria y tenga como resultado reducciones temporales de la producción”, advertía. España tampoco es ajena a esta situación, como manifestó la Asociación Nacional de Fabricantes de Fertilizantes (ANFFE) en el mes de marzo, tras desatarse el conflicto, el incremento de precios del gas y de las materias primas necesarias para producir los fertilizantes, ha generado dificultades en el abastecimiento y un aumento extraordinario en los costes de producción.
El incremento de los precios de los fertilizantes supone un verdadero esfuerzo para muchos agricultores, por lo que algunos de ellos, en lugar de hacer acopio para la siembra al terminar la cosecha, como acostumbraban a hacer, han optado por esperar a ver cómo evolucionan los precios, lo que hace temer un desabastecimiento en los meses de octubre y noviembre, cuando podría concentrarse la demanda. Pero las cifras invitan a pensárselo dos veces, ya que la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) estima que la subida de los fertilizantes roza el 300% respecto al año pasado.
Estamos ante un problema de grandes dimensiones y el Gobierno es consciente de ello, por lo que el pasado miércoles se celebró un encuentro entre el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, y las dos asociaciones mayoritarias del sector: la Asociación Nacional de Fabricantes de Fertilizantes (ANFFE) y la Asociación Española de Fabricantes de Agronutrientes (AEFA), sin embargo, como trasladaron desde el Ministerio a La Información, fue una reunión que sirvió de toma de contacto y en la que no se concretaron medidas para ponerle solución a la problemática.
A escala mundial, esta crisis de suministros puede contribuir a agravar la hambruna de la que ya han advertido diversas organizaciones internacionales, incluida la ONU. Antonio Guterres ha asegurado que el mundo se enfrenta a la posibilidad de que la guerra genere una ola de hambre y miseria sin procedentes, que dejaría tras de sí un caos social y económico. Renunciar al uso de fertilizantes genera que se produzca en menor cantidad y además que estos alimentos posean una menor calidad, lo que puede terminar de tensar la crítica situación que ya atraviesan muchos países de África y Oriente Medio, una situación que recuerda a lo vivido en 2011.
Fuente: La Información