En plena crisis del COVID-19, la diferencia de precios de las frutas y hortalizas entre el campo y el hogar de los consumidores no hace más que agudizarse, y así lo demuestran los últimos datos del IPOD (Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos) publicado por COAG. De este modo, en el mes de abril, los precios de las frutas y hortalizas se multiplicaron, de media, por 5,32 desde que abandonaron cualquier explotación agrícola hasta que un consumidor los adquirió en su establecimiento habitual.
Llama especialmente la atención el caso de la cebolla, producto considerado de primera necesidad y cuyo precio se disparó un 1.743%, o lo que es lo mismo, se multiplicó por 18 tras recorrer la extensa cadena de valor agroalimentaria, pasando de los 0,07 euros/kg percibidos por el agricultor a los 1,29 euros/kg que pagó el consumidor.
Esta situación contrasta, sin embargo, con la que vive actualmente el sector productor andaluz y que, de hecho, denunció un agricultor cordobés a través de un vídeo que se hizo viral en redes sociales. Lamentaba este productor que, a día de hoy, no hay quien compre cebolla andaluza y criticaba, como también hacía COAG, que, mientras esto ocurría, “Mercadona está vendiendo producto de Nueva Zelanda, Senegal y Dinamarca, mientras que Carrefour opta por la cebolla de Perú o Maxi DIA por la chilena”.
Según este productor, el coste de una hectárea de cebolla ronda los 5.000-6.000 euros; unos gastos que difícilmente podrá cubrir si vende su producto a apenas 0,07 euros/kg.
El de la cebolla es el caso más llamativo, pero no el único. Productos como el pepino, que ha sufrido una importante crisis de precios en origen, ha llegado a manos del consumidor un 825% más caro (de 0,20 euros/kg en origen a 1,85 euros/kg en destino); la lechuga ha incrementado su precio un 729%; la berenjena un 597%; y la patata un 488%.