El Segrià es la tercera comarca más extensa de Cataluña, con una superficie de 1.400 kilómetros cuadrados y donde se concentra la mayor actividad frutícola de la provincia. Desde el sábado tienen decretado un confinamiento perimetral, inicialmente para 15 días, en el que sus 210.000 habitantes no pueden si salir ni entrar mientras no sea por motivos de trabajo o de cuidados. Afecta a 38 municipios y cuatro de los nueve brotes se han detectado en empresas frutícolas de la comarca, y la opinión pública lo achaca a las malas condiciones de vivienda de los temporeros que vienen a recoger la fruta, entre los que es difícil mantener unas mínimas condiciones de higiene.
Sin embargo, desde Afrucat desvinculan el tema de los brotes del COVID-19 con el de los inmigrantes. «Por un lado están los inmigrantes sin papeles que vienen a buscar un trabajo que no le podemos dar y por tanto están en una situación en la que poco pueden hacer las empresas frutícolas, y por otro, están los casos detectados de coronavirus, cuyo origen no está en las centrales y que se han podido localizar gracias a que realizamos un control exhaustivo«, explica Manel Simón, presidente de la asociación. En esta línea, desde Afrucat exigen una responsabilidad por parte de la Administración para solucionar el problema de los inmigrantes ilegales que representa una crisis social y tanto daña la imagen del sector.
En la comarca y según Simón, ante un posible síntoma se realiza la prueba y esa rigurosidad permite detectar casos, insiste. De momento, sostiene que no hay ninguna central parada y se trabaja con normalidad.
Así lo confirman en una de gran central frutícola de la zona, en la que este primer confinamiento decretado, posterior al Estado de Alarma, no ha supuesto cambios más allá de los que tiene la población en general. “Seguimos trabajando con las máximas medidas de higiene; desde marzo venimos haciendo oleadas de test para localizar casos y aislarlos porque positivos hemos tenido todos”, señalan; a lo que añaden: “No creo que sea un problema exclusivamente de temporeros ya que algunos de los focos no tienen nada que ver con el campo ni con el sector”.
“Tenemos brotes porque estamos haciendo test, cosa que en las playas no se está haciendo”, señalan. Muestra de que el sector está haciendo un trabajo extra, que corre a cuenta de cada empresa, para detectar casos y aislarlos, un procedimiento añadido para la prevención de expansión del virus.