El artículo 116 del Acuerdo especifica que ambas partes podrán revisar en su totalidad el Acuerdo, como muy tarde, cinco años después de su entrada en vigor, que fue en octubre de 2016.
El secretario general de LA UNIÓ, Carles Peris, indica que “instamos a la Comisión Europea y al resto de instituciones de la UE y, en nuestro caso, al Gobierno de España, a que impulsen la revisión de este y se analice en profundidad su repercusión comercial, así como las consecuencias fitosanitarias que existen sobre el sector citrícola europeo. Ratificar o suscribir acuerdos como el de Sudáfrica es un grave error, pues no existen estudios ni de sus efectos comerciales ni de las consecuencias económicas, sociales y medioambientales de la posible entrada de una plaga o enfermedad, algo que ya estamos pagando con el Cotonet de Sudáfrica”.
Según los datos recabados por LA UNIÓ, desde que se suscribió el acuerdo en 2016 ha habido un total de 191 interceptaciones de cítricos en la UE con plagas procedentes de Sudáfrica. El crecimiento ha sido progresivo, desde las 3 del primer año al récord alcanzado el pasado año con 54. La mayor parte de esos rechazos además son de plagas muy dañinas como la Falsa Polilla o Thaumatotibia leucotreta o de la Mancha negra o cáncer de los cítricos, lo que motiva la petición de LA UNIÓ para que se eleven las exigencias y los controles en origen.
Además, las interceptaciones durante los meses de octubre y noviembre han sido 80, es decir, el 42% del total. Este dato es significativo por cuanto el acuerdo especifica que desde el 15 de octubre hasta el 30 de noviembre pueden entrar naranjas sudafricanas con un arancel que progresivamente va bajando hasta que desaparezca definitivamente en 2025. Las medidas acordadas en su día para ampliar el periodo comercial del acuerdo del 15 octubre al 30 de noviembre han provocado un incremento del volumen de importaciones y distorsiones de mercado importantes. Por ello desde LA UNIÓ se apuesta por restablecer el marco anterior al acuerdo para que exporten naranjas solo hasta el 15 de octubre y establecer una fecha límite en mandarinas hasta el 15 septiembre, para posteriormente volver a un régimen arancelario que ordene el comercio en momentos cuando la producción europea de cítricos no es deficitaria y además con el agravante de que llegan con una elevada huella de carbono y con grave riesgo de entrada de plagas y enfermedades.
El sistema de producción más sostenible y seguro como es el de la Unión Europea depende de tener una buena sanidad vegetal y, cada vez más, hacerlo de forma biológica. Además, la producción valenciana y estatal está orientada al mercado en fresco y si entran nuevas plagas o enfermedades provocaría una situación insostenible por una caída importante de fruta comercial destinada al mercado en fresco donde Europa es su principal mercado.
Carles Peris indica que “la entrada de una nueva plaga o enfermedad incrementaría los costes de los tratamientos y pondría en tela de juicio el cumplimiento de los compromisos que conlleva la política europea de la Granja a la mesa. No se pueden retirar aquí materias activas que nos dejan sin herramientas a las personas citricultoras y al mismo tiempo dejar de proteger la sanidad vegetal de forma adecuada”.