La charla estuvo dirigida por la psicóloga y responsable de recursos humanos Lucía Jiménez Meirás y contó con la participación de Laia Villar Gabernet, responsable del Área Agrotécnica en ActelGrup y María Mora Pérez, responsable de producción en Fitogar, que reclamaron la importancia de incluir a la mujer en la agricultura porque “no es un trabajo de hombres”
El evento se centró en 3 temas. La situación de la mujer en la empresa agrícola, el techo de cristal en el sector y las posibles soluciones para mejorar. Estas son las declaraciones más destacadas:
Un problema de base: la mujer en la empresa agrícola
Para dar inicio al acto, María Mora relató cuál era su relación con el campo: “Entré en el sector agro a través de un departamento de I+D. Ahí hay más presencia femenina que en campo. Hacía las pruebas previas al trabajo de mis compañeros. Familiarmente he estado unida a la agricultura desde que nací. En mi familia hay una parte muy importante agrícola que vive de ello”. Estas vivencias son muy similares a las de Laia Villar: “Empecé a los 18 años con la carrera de ingeniera agrónoma. Mi padre y tíos lo son. Mis abuelos son payeses, tenían tierras y desde pequeña lo he vivido”.
El problema surge cuando toca encontrar referentes. “En laboratorio sí hay presencia femenina, en campo ya es otra cosa. Ahí cuesta más ver a la mujer en ese terreno”, reconoce María Mora. Por suerte, Laia Villar sí encontró un espejo en el que mirarse: “Mi referente es mi tía, que era ingeniera agrónoma y fue la primera en meterse en un mundo de hombres. Ahora es la decana del Colegio de Ingenieros. Era una mujer independiente que lograba lo que quería y me demostraba que si ella podía, yo también”.
Ambas coinciden en que el sector agrícola está sabiendo avanzar por la paridad en las explotaciones, pero, como demuestra María Mora, tiene el trabajo en campo como tarea pendiente: “En muchos puestos sí hay igualdad. A nivel de producción, cuadrilla, cortes, podadores ahí hay un abismo, la mujer no tiene presencia. La igualdad de oportunidades se complica. Mi caballo de batalla ha sido gestionar cuadrillas de campo. No estar en despachos o laboratorios. Es donde hay que dar un paso adelante en el futuro”.
Laia Villar, responsable del área Agrotécnica, propone una posible solución: “Las empresas deberían ver los ratios de porcentaje de hombres y mujeres. Si hay mucha diferencia entre ellos mi recomendación es que, a la hora de hacer las entrevistas, a igualdad de currículums, en las que tengan misma experiencia, aptitudes, etc., hay que decantarse por la mujer. Esta podría ser una propuesta para empresas en situación de desigualdad de género”.
El techo de cristal no puede romperse sin conciliación
Para María Mora el sector parte de un problema sistemático porque todavía se mantienen “estructuras piramidales que colapsan desde dentro”. Villar añade que conseguir llegar a puestos directivos es muy difícil porque en la agricultura todavía “hay jefes con mentalidad de ordeno y mando”.
Laia Villar señala la falta de conciliación entre la vida familiar y profesional como el principal problema: “Conozco casos de mujeres que han decidido apartar el progreso profesional para dedicarse a la crianza, por ejemplo. Ha sido su decisión, quizás condicionada o por necesidad pero ha surgido de ellas”. Esta vivencia es compartida por Mora: “Compañeras de carrera, casi la mayoría han decidido al menos hacer un paréntesis en su trabajo. En el agro si estás un periodo al margen, luego es muy complicado actualizarse”.
Aunque la familia haga los esfuerzos necesarios para que exista una conciliación laboral. A veces es el propio entorno quien no lo acepta. Es el caso de María Mora: “Gestiono unas cuadrillas que me necesitan a las 7 de la mañana en campo entonces al cole los lleva mi marido. Entre el resto de madres o en la comunidad escolar esto choca un poco. Eso o tienes los valores muy claros y por dónde quieres ir o hace mella. Al final te preguntas por qué no puede ir el padre o por qué es raro que lleve a los niños al colegio, que asista a una reunión o por qué se pone malo el nene y dan por hecho que tiene que ir la madre”. Este es un problema que afecta independientemente de la edad porque, como indica Villar, cuando acaba el cuidado de los hijos “llega la parte de cuidar a tus padres y se vuelve a repetir otra vez”.
Una visión de futuro del sector agro
Actualmente ya se nota un cambio de mentalidad entre generaciones y, en el trato diario con compañeros y compañeras la igualdad es total. Aun así, todavía surgen situaciones desagradables como demuestra la anécdota de Laia Villar: “He ido a una feria como directora comercial y me han dicho que les traiga una cervecita pensando que era una azafata”. Otro problema que ha padecido María Mora es el paternalismo: “He ido a reuniones con mi jefe y me dan la agenda, me dicen que tome nota. A lo mejor sí me han tratado como si tuviera menos experiencia. En campo he ido con un compañero y a mí me tratan de bonica o xiqueta; y a lo mejor él viene acompañándome porque está de prácticas”.
Pese a todo, Mora sí ha notado un cambio en los últimos años: “Ha costado. Antes llegaba por la mañana y me decían que no me bajara del coche para no ensuciarme o me traían pasteles que había hecho su mujer. Yo flipaba pero me seguía bajando del coche. Ahora con alguno que llevo más años se lo comento de broma, que ahora ya no me traen pasteles. Les ha costado pero a día de hoy me tratan de tú a tú”. Ese paternalismo también lo sufrió Laia Villar: “Me pasaba desde la carrera. Los profesores de universidad diciéndome que no me corte o que vaya con cuidado y a los otros no”.
Una solución en la que coinciden es en el aumento de la visibilización de la mujer en campo. “El sector agrícola es fundamental y será necesario para alimentar a la población mundial: las mujeres debemos estar allí. ¿Cómo estar presentes? Educando, visibilizando a las mujeres que muchas veces están ocultas. En Actel nos encontramos que en 110 cooperativas no hay presencia de mujeres en los órganos de gobierno”, reseña Villar.
María Mora concluye recordando la importancia de educar y de aumentar la salidas profesionales “en aspectos agrícolas que incluyan el campo”. Villar reclama finalizar con los estereotipos: “No hay mujeres agrarias conocidas, no se fomenta. La agricultura no es un trabajo de hombres. Con eso la gente que tiene prejuicios y lo cree todavía se convence más de que esto es así. Y no, es un trabajo para quien le guste el campo”.