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El sector agroalimentario teme que la guerra agrave la subida de precios

El sector agroalimentario español teme que el inicio del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania eleve aún más los precios de algunos insumos clave para la producción primaria, como los cereales, cuyos mercados han dejado de cotizar desde este jueves ante la situación de incertidumbre.

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Es una de las primeras reacciones al conflicto en el sector agroalimentario, que viene de hacer frente a la crisis de la COVID y arrastrando problemas de rentabilidad especialmente en el primer eslabón de la cadena -agricultores y ganaderos- por la subida de precios de la electricidad y de los fertilizantes, a lo que se ha unido el efecto de la sequía.

Los cerealistas han precisado que en estos momentos cunde la confusión sobre la situación en los puertos de Ucrania, importante abastecedor de grano y de materias primas para España, y sobre el alcance de los bombardeos, lo que se suma a otro interrogante: la limitación de tránsito en los puertos del este de Europa. Para la patronal de mayoristas de cereales, que hasta ahora había asegurado que el abastecimiento está garantizado, la situación en estos momentos es «imprevisible».

La balanza comercial en Ucrania, más allá de los cereales

España compró a Ucrania en 2021 el 27,4 % de las importaciones de maíz y el 62 % de las de aceite de girasol, las dos grandes dependencias agroalimentarias de este país de Europa del Este.
La balanza agroalimentaria es claramente deficitaria para los intereses españoles, superando los -800 millones de euros, según los datos consultados del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo.

Así, el año pasado España compró unos 1.027 millones de euros al sector agroalimentario ucraniano por los cerca de 173 millones que exportó a ese destino.
En compras, destaca la categoría de cereales, con 545,37 millones de euros, de los que 510,27 millones son de la factura del maíz y 23,5 millones por las adquisiciones de trigo ucraniano.
La segunda categoría en importaciones fueron las 423,17 millones en grasas y aceites animales o vegetales, si bien la mayoría, 422,14 millones de euros, se destinaron a la adquisición de aceite de girasol.

Las relaciones comerciales con Rusia

En el caso de las relaciones comerciales agroalimentarias con Rusia, desde 2013 se complicaron cuando este país impuso un veto a la importación de animales y carne fresca de cerdo desde la UE tras diagnosticarse dos casos de peste porcina africana en jabalíes de Lituania.
En 2014 Rusia amplió el veto a productos frescos (hortofrutícolas, carnes, pescados) de la UE pero, en este caso, en represalia por las sanciones a Moscú por su actuación en Ucrania en ese año.
Esta medida supuso una fuerte pérdida de mercado para sectores como el de frutas y hortalizas españolas, que a fecha de hoy no han encontrado destinos alternativos.
Con anterioridad a esos vetos, la balanza agroalimentaria de España con Rusia arrojaba un superávit cercano a los 400 millones de euros.
En cambio, ahora en 2021, el saldo sigue dando un ligero superávit (en torno a los 30 millones de euros), con unas exportaciones que superaron los 244 millones y unas importaciones de unos 212 millones.
Las principales ventas españolas en Rusia se sitúan ahora en las conservas de verduras y frutas, aceite de oliva y vino mientras que España compra a ese país, principalmente, pulpa de remolacha, pescado congelado y cereales.

El campo, en alerta

«Rusia es una economía pequeña en relación a su poder bélico o influencia mundial pero es un gran abastecedor de energía y esto va a tener impactos colaterales en el mercado internacional», ha resumido el director técnico para asuntos de la Unión Europea de Internacional de Cooperativas Agro-Alimentarias, Gabriel Trenzado.
Este impacto energético, así como todos los problemas logísticos que conlleva una crisis bélica como la de Ucrania, puede afectar a los costes de producción, que ya «estaban multiplicándose por dos y por tres» a raíz de la pandemia de la COVID-19, ha abundado.
El presidente de Asaja, Pedro Barato, ha mostrado su preocupación por el conflicto dado que puede afectar «muy negativamente» al sector agroalimentario español, dependiente especialmente del maíz y del aceite de girasol y también por otras compras como el trigo y de tortas de aceites vegetales.
Mientras, la Coordinadora de Organizaciones Agrarias y Ganaderas (COAG) sostiene que el inicio de la guerra puede empeorar «la tormenta perfecta» que ya sufre el campo español, ya que a los efectos de la sequía y la falta de lluvias se sumarán nuevas alzas de los costes de insumos.
«Consecuencias desastrosas» para la agricultura española prevé por su parte el secretario general de Relaciones de Internacionales de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), José Manuel Roche, especialmente porque pueden derivar en un fuerte alza de los precios de los cereales y de los piensos e incluso producir el desabastecimiento de abono por la falta de nitrato de amonio ruso.

Un mercado pequeño para la industria alimentaria

Mientras la industria alimentaria, que lamenta este conflicto y espera que se solucione lo antes posible porque «hay vidas en juego», espera en términos económicos un impacto «pequeño» en sus exportaciones, pues Ucrania ocupa el puesto 36 en su ránking, con una cifra de ventas de aproximadamente 140 millones de euros en 2021, según datos de la patronal FIAB.
En el caso Rusia, las ventas de alimentación y bebidas ya se redujeron desde 2014, y en 2021 las exportaciones a Rusia se situaron en el número 27 del ránking de los países de destino, por un valor 196 millones de euros.

Fuente: Efeagro

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