Los precios de la sandía en Levante están por los suelos desde que Europa abrió sus puertas a la importación de esta fruta de África y América. Mientras ese desplome ha llevado a los agricultores de comunidades como Valencia a abandonar su cultivo, Galicia le ha abierto la puerta. Pero a diferencia de hacerlo con plantaciones extensivas como en Levante, apuesta por producir para el kilómetro cero o, lo que es lo mismo, consumo de proximidad. Uno de los primeros que se ha atrevido con la plantación de sandías y melones para comercializar es José Ramón Carral, un agricultor de Terra Chá que, junto con su mujer, comenzó esta actividad el año pasado. Los buenos resultados obtenidos les han animado a continuar.
Su explotación, Hortalizas do Lar, está en la parroquia de Roca, en el concello lucense de Guitiriz. Ahí melones y sandías crecen bajo una cubierta porque, como explica Ramón Carral, «o melón, se non é en invernadoiro, sae pequeniño. Aquí, ademais, dependes tanto do tempo…».
El invernadero tiene una superficie de poco más de 300 metros cuadrados. Las plantas de melón y sandía están repartidas prácticamente a partes iguales. El mercado local fue el destino de la producción el año pasado: Guitiriz y las zonas próximas. Este año la idea de mantener el comercio de kilómetro cero no ha cambiado, pero tienen pensado llegar con su segunda cosecha hasta el mercado de Lugo.
Potente sabor
Si alguien cree que un melón cultivado en una comarca como la Terra Chá, con un clima menos cálido que en el centro o en el sur de España, tiene menos sabor, probar uno salido de Guitiriz puede echar por tierra esa opinión. «Para min ten máis sabor o noso; e non é porque o cultive eu», explica Carral. Por otro lado, detalles como el tamaño, que ya no admiten ninguna apreciación subjetiva, también parecen apoyar el potencial de Guitiriz para plantar estos cultivos. En la campaña del año pasado se lograron sandías de unos once kilogramos de peso, detalla Carral.
La razón por la que en unas fincas de Guitiriz se decide apostar por el melón y por la sandía tiene mucho que ver con la curiosidad y con las ganas de innovar de los dueños de la finca. José Ramón Carral también ha probado con la lombarda con resultados satisfactorios. Tanto los melones como las sandías u otros cultivos que produce como el grelo, repollo, pimiento y lechuga van destinados al mercado de proximidad. «A xente confía en ti; sabe que non tratamos con produtos químicos», dice Carral. Con esa venta en el entorno, reconoce, tampoco hay el riesgo de que el precio de venta esté fijado por una gran comprador.