“Los supermercados españoles tenían ganas de patata nueva este año”, afirman fuentes del sector productor andaluz en declaraciones a la revista MERCADOS, y de hecho, se habían cerrado muchos programas. Sin embargo, la crisis del COVID-19 truncó el desarrollo de un ejercicio que, en mayo, se preveía positivo.
A pesar de la mayor superficie cultivada en esta campaña, los problemas de mildiu provocados por las lluvias de la primavera mermaron los rendimientos por hectárea. Además, al inicio del confinamiento, la patata se convirtió en uno de los productos más demandados por los consumidores; lo único que, a priori, podría “torcer” la campaña era el cierre del canal Horeca y, finalmente, así fue.
“La patata sin lavar se quedó sin salida comercial”, lamenta José Peláez, vicepresidente del Comité de Patata de Asociafruit y, de hecho, su precio se hundió hasta apenas 0,10 euros/kg. “Y aun así seguía sin tener salida”, lamenta. Esta situación provocó un “atasco” en el mercado que terminó afectando a la patata lavada, y eso a pesar de que “los supermercados aumentaron sus compras”.
En este sentido, Peláez explica que hay partidas de patata destinada al Horeca con mejores cualidades para el lavado y, desde el inicio de la campaña, parte de este producto trató de comercializarse a través de los supermercados, que durante la pandemia se convirtieron prácticamente en el único canal de venta. Esta situación dio lugar no solo a una bajada de los precios de la patata lavada, sino que, fruto de esa sobreoferta, “los supermercados fueron más exigentes en cuestiones de calidad, sobre todo externa”, añaden fuentes del sector.
Por otro lado, y en lo que respecta a la exportación, que absorbe en torno al 50% del volumen de patata andaluza, tampoco ha funcionado como se esperaba. “En Europa había miles y miles de toneladas en cámaras”, afirma Peláez, quien añade que el Gobierno holandés, incluso, entregó ayudas al sector para la destrucción del excedente de producto.
Asimismo, las empresas andaluzas, que suelen iniciar la exportación en torno al mes de mayo, tuvieron que esperar hasta junio, un mes más tarde, para realizar los primeros envíos, aunque de forma muy discreta. Y por si fuese poco, “algunas empresas hacían ofertas muy ‘tentadoras’ con precios muy baratos”, lamentan fuentes del sector.
“No es normal la cantidad de ofertas que se hicieron y, es más, incluso algunos clientes de Alemania nos llamaban diciendo que estaban recibiendo ofertas a precios más bajos de los establecidos inicialmente”, comentan estas mismas fuentes, que explican que esta fue, para muchos, la única fórmula para tratar de comercializar su producto.
La puntilla al sector la puso la climatología. Las lluvias de mayo y las temperaturas extremadamente altas en las semanas posteriores volvieron a provocar problemas de calidad en la patata andaluza, que ha puesto punto final a una campaña para olvidar.