Tomás García Azcárate, nuestro consultor agroalimentario de referencia, Doctor ingeniero agrónomo, especialista en Economía Agraria por la Universidad Politécnica de Madrid, recuerda que los mejores ejemplos a nivel internacional los tenemos en España: las cooperativas han demostrado ser un modelo sólido, rentable y duradero, clave en la unificación de esfuerzos.
La fortaleza comercial de nuestro sector está construida, entre otros, sobre grandes directivos comprometidos con su proyecto, alerta a los cambios y señales del mercado. Un gran nivel de competencia empuja a la excelencia y a la mejora y adaptación continua de los procedimientos y de los productos.
Ello suele llevar consigo el contar primero con tus propias fuerzas para diferenciarte de tus competidores. Este empuje es otra gran fuerza, pero en un mundo de incertidumbres crecientes, el exceso de virtudes puede y suele convertirse en un freno. Nuestras debilidades son el reflejo de nuestras virtudes.
Existen muchos ejemplos de colaboración en nuestro sector. Al escribir estas líneas se me viene a la mente los casos de ANECOOP y UNICA o, si ampliamos la vista y entre otros, acuerdos entre empresas de semillas y productores; el Centro de Innovación Tecnológica de COEXPHAL; distintos Grupos Operativos de la Asociación Europea de Innovación (AEI) en materia de productividad y sostenibilidad o Labcolor en Almería.
Pero en un mundo en donde prima la excelencia no se puede llegar a todo, no se puede ser excelente en todo, no se tiene la dimensión suficiente para detectar y sacarle partido a todas las oportunidades, sean estas de mercado, de productos o de insumos.
Nuestras debilidades son el reflejo de nuestras virtudes
En la (muy) pequeña parte del mundo mundial que ha estado bajo mi influencia, he favorecido siempre las organizaciones de productores, sus asociaciones; las interprofesionales; la externalización de tareas mejor ejecutadas por otros; la comercialización conjunta; las fusiones y alianzas temporales; los encuentros formales e informales entre operadores y entre competidores, por ejemplo en los grupos de trabajo europeos, el Comité de los Cítricos Mediterráneos (CLAM) o en la Asociación de Regiones Europeas Productoras de Frutas y Hortalizas (AREFLH).
El factor humano
El contacto personal es esencial. Por eso me entristece la multiplicación de las reuniones a distancia. Seguramente, antes del COVID, podía uno con razón pensar que al menos parte de estas reuniones y encuentros eran una pérdida de tiempo. Sin duda, la conexión a distancia ha aumentado la productividad y la eficacia, disminuyendo el cansancio y el coste personal y familiar que las reuniones físicas pueden a veces representar. Pero se han perdido relaciones humanas, roces sobre los cuales se puede construir la confianza y el encuentro.
¡Cuántas buenas ideas e iniciativas, cuántas colaboraciones han germinado en estas sobremesas después de la reunión o en sus pasillos!
En todos los casos, el elemento decisivo es el factor humano, encontrarte con otros líderes y empresarios con visión amplia y confianza suficiente en sí mismos, en su empresa y en su proyecto para acercarse a los demás y atreverse a pensar y actuar distinto.