Reflexiones sobre la Expo de Milán y el futuro de la Agricultura
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Por Vicente de Santiago, director de VdS Comunicación
El pasado puente del 1 de mayo estuvimos en Milán visitando la Expo, asistiendo a unas conferencias organizadas en el pabellón de Suiza por nuestro cliente Syngenta. En una apretada agenda, como suelen ser estos viajes, nos dio tiempo a escuchar varios paneles de conferencias sobre el futuro de la agricultura, a visitar la Expo organizada bajo el lema “Alimentar el planeta, energía para la vida”, a conocer el proyecto “Micoltivo” (5 ha de trigo plantadas en el mismo centro de Milán) y a visitar la impresionante bodega FontanaFredda, en el bello Piamonte italiano. Y de todo ese viaje me han surgido una reflexiones que comparto en este blog.
1.- El futuro de la agricultura: colaboración de la cadena en busca de la sostenibilidad
De las conferencias de Syngenta nos quedó claro que las palabras clave del futuro agroalimentario son “Colaboración” y “Sostenibilidad”. La velocidad a que se están produciendo los cambios normativos cada vez más restrictivos en Europa y las exigencias crecientes de los consumidores, que se traducen para los agricultores en cumplir con certificaciones de calidad cada vez más duras, hacen que sea imposible para el agricultor llegar a la meta sin ayuda. Las grandes compañías como Syngenta (no es la única) han sabido dar un paso al frente y se han dado cuenta que su papel no es solo vender inputs, sino ser el puente entre el agricultor y la industria transformadora o la gran distribución.
Proyectos como el de Grano Armando son un ejemplo: Syngenta y la empresa De Matteis Agralimentare han colaborado para crear uno protocolo de calidad por el que los agricultores firman un contrato que les asegura la compra de su cereal a un precio mínimo garantizado, que ya es rentable de partida (si el trigo sube, se paga siempre más, lógicamente), y el agricultor se compromete a seguir ese programa de calidad con el asesoramiento de Syngenta, que le ayuda a cumplir con todas las exigencias de calidad, trazabilidad y medioambientales que existen. Con colaboraciones de este tipo ganamos todos: el agricultor hace las cosas bien y rentabiliza su trabajo, las compañías consiguen fidelizar al cliente y darle valor añadido a las producciones agroalimentarias y el consumidor obtiene mejores productos y con una trazabilidad absoluta.
Pero la colaboración también es la clave en los demás ámbitos agrarios: en los países en desarrollo ese papel de asesoramiento es fundamental para que los pequeños agricultores hagan las cosas bien, sean rentables y puedan acceder cada vez más a las últimas tecnologías. Y en el mundo de la investigación la colaboración es básica también: los centros de investigación pública y las grandes compañías deben colaborar más para dirigir la investigación aplicada a las necesidades del sector agrario en cada zona.
Todos esos acuerdos de colaboración de la cadena agroalimentaria y la aplicación de las nuevas tecnologías son imprescindibles para conseguir producir más pero de forma 100% sostenible. Alimentar a 9.000 millones de personas que seremos en pocos años y conservar el planeta solo se puede hacer por esa vía. Eso es la agricultura moderna para mi, una agricultura productiva, de calidad, que se preocupa por el entorno y que responde a las exigencias normativas y de los consumidores. Y el mejor ejemplo que he visto ha sido la bodega FontanaFredda. De verdad que si el más radical de los ecologístas visita de incógnito esta bodega y no se bebe a gusto una buena copa de vino (o una botella) del proyecto VinoLibero después de ver cómo trabaja esta gente, dejo el sector y me retiro a un monasterio.
2.- La Expo, el Papa y la imagen del sector agroalimentario
Otra reflexión me surgió al escuchar al Papa Francisco en la inauguración. Como periodista me dejó con la boca abierta que en un evento tan importante para Italia y para su imagen de cara al mundo, se refiriera a la ironía de que “un mega-espectáculo global que depende del patrocinio corporativo esté dedicado al desarrollo sostenible y a alimentar a los pobres”. Y añadiera: “en cierta forma, la Expo misma es parte de esta paradoja de la abundancia, obedece a la cultura del derroche y no contribuye a un modelo de desarrollo equitativo y sustentable”.
La verdad es que por mucho que nos duela, tiene parte de razón. Miles de millones de euros gastados para hablar de cómo “alimentar el planeta” suena obsceno. Desde el punto de vista de la Comunicación es muy muy fácil machacar literalmente un evento de estas características, más si luego pensamos en Exposiciones como la del Agua: ¿para qué sirvió? ¿dónde están las conclusiones? ¿qué sacamos en claro de aquello?
Estamos de acuerdo que las grades empresas del sector deben apoyar estos eventos, que son más turísticos y publicitarios que foros de debate real, pero también deberían poner en valor todos esos proyectos de ayuda que ya se están haciendo y no llegan a la opinión pública. O dedicar parte de sus enormes presupuestos globales a colaborar con proyectos agronómicos, como hacen Bill y Melinda Gates (http://www.gatesfoundation.org/es), o crear una fundación propia del sector para llevar las nuevas técnicas de agricultura (semillas resistentes a sequía, depuración de aguas, riegos por goteo, invernaderos, etc.) a zonas azotadas por el hambre más cruel. Seguro que el Papa nos ayudaba a hacer la campaña de Comunicación de un tema así.
3.- ¿Qué hacemos, dar imagen o comunicar?
Y, por último, una reflexión sobre el pabellón de España en la Expo. Muy bonito y, si te lo explican como hicieron conmigo o con Lorenzo Milá (@lorenzomila) de RTVE (muy bueno su reportaje en Agroesfera, en el minuto 26.30 del programa) pues lo entiendes: tradición, modernidad, maridajes, “Food Art”, calidad, compartir la comida por medio de las tapas, etc. Pero si eres un italiano que visita el pabellón, solo ves palabras colgando de las paredes, vídeos de cerditos, señoras mondando azafrán o alimentos de calidad, cocineros de prestigio (si entiendes de eso, claro), una sala preciosa llena de platos y gente que cambia de color, etc. Todo muy bonito y moderno, pero ¿se enterarán de algo? A mi y a los periodistas que lo vimos nos pareció que no. No estaría de más, ahora que tenemos tiempo hasta el 1 de octubre que cierra la Expo, que dieran un folleto explicativo en varios idiomas en el que el visitante se llevara al menos unos cuantos mensajes clave de lo que es nuestra agroalimentación. Daríamos buena imagen y comunicaríamos mejor.