En mi anterior post explique por qué, bajo mi punto de vista, la cláusula de salvaguardia no es una respuesta a la crisis citrícola. La reciente aplicación de este instrumento en el caso del arroz viene a consolidar mi explicación. Llevan muchos años creciendo las importaciones de arroz de Camboya y Birmania, por encima de los crecimientos lógicos esperables a raíz del acuerdo “Todo menos armas”, llevan muchos años el sector productor europeo alertando sobre las consecuencias de este auge y al final, lo han conseguido.
Como bien saben los productores europeos de satsumas, con estas cláusulas se compran unos años, 3 por ahora, para abordar los cambios estructurales necesarios para permitir una modernización competitiva del sector o una reconversión ordenada.
Este no es el caso, aún, del sector de los cítricos, lo que se viene a sumar a todas las dificultades técnicas, el diablo está en los detalles, a los que me referí en el post anterior.
En otro post anterior también, “Amarga campaña citrícola”, me hacía las dos siguientes preguntas: ¿Ha llegado el sector español a su nivel de incompetencia? ¿Puede el sector hacer frente a cosechas importantes con su actual nivel de (des)organización? Argumentaba entonces la importancia que podría tener para la necesaria organización de la producción recuperar el instrumento interprofesional. Son necesarias disciplinas de producción (madurez de los productos puestos en el mercado, por ejemplo) y de comercialización (envió de los pequeños calibres comerciales a la transformación en jugo, donativos a las organizaciones caritativas) que tienen sus instrumentos reglamentarios específicos, la extensión de reglas de los acuerdos interprofesionales y las asociaciones de organizaciones de productores
Mucho por lo tanto, se puede y se debe hacer intra-muros, en España, desde el propio sector. ¿Quiere esto decir que no se puede hacer nada a nivel europeo? Parafraseando el grito del 15– M, ¡Si se puede! Me permito aquí sugerir por lo pronto dos posibles actuaciones:
- Lo primero es pedir, pero claro para la campaña que viene, la instauración de certificados de importación. Los exportadores a la unión Europea deberían solicitar un certificado, de expedición automática, antes de enviar sus productos. Estos certificados no representan en si una traba a la importación pero si permiten anticipar las cantidades importadas que estarán presentes en el mercado en las próximas semanas, alertando a los propios operadores y a las distintas administraciones ante un previsible desequilibrio en el mercado. Este conocimiento anticipado crea un margen de maniobra que facilita la adopción de medidas preventivas en su caso. Se ha aplicado durante años para las manzanas y la experiencia demuestra que los primeros interesados en la información son los propios exportadores que pueden autorregularse ya que también son víctimas del desastre de precios en el mercado. No les apetece nada tener liquidaciones finales negativas de parte de los importadores.
- Otro mecanismo es la vigilancia aduanera reforzada, que permite disponer de una buena aproximación rápida de los volúmenes que se están importando. Representa un aumento positivo de la transparencia del mercado pero no tiene el mismo carácter preventivo que el que brindan los certificados de importación.