Es ya un clásico. A principios de diciembre la Dirección general de Agricultura de la Comisión Europea (DG AGRI) presenta su visión a medio plazo (2023-2025) de la evolución de los mercados agrarios europeos (enmarcados en su contexto mundial).
Para ello, los servicios de la DG AGRI han trabajado mano con mano con el Centro Común de Investigación y, en particular, el IPTS de Sevilla. Para las frutas y hortalizas, han contado con el apoyo del Consorcio de investigación GMEMOD (Ana Gonzalez-Martinez, Roel Jongeneel, Myrna van Leeuwen, David Verhoog) y el de este Paranoico como experto externo.
Con respecto a las previsiones de los años anteriores, el cambio climático y sus consecuencias (temperaturas más altas y eventos climáticos extremos) aparece en primera línea junto con una recrudecida competencia por recursos naturales clave como el agua y el suelo.
Desde el lado de la demanda, se toma nota de los cambios que se están produciendo. Cada vez más consumidores de la UE siguen una dieta “flexitarista” (30% en 2021) que se caracteriza por una preferencia por los productos alimenticios de origen vegetal, aunque a veces se consuma carne y el pescado. Representa un porcentaje mucho mayor que el de veganos y vegetarianos que representarían juntos “solo” un 7% de los consumidores. Esta evolución se refleja, entre otros, en una disminución de la demanda carne de vacuno y cerdo, de azúcar y de vino. En cambio, el consumo de mientras de productos lácteos se estabilizará y el de ciertas proteínas vegetales, como las legumbres, crecerá. La reciente inflación alimentaria está frenando estas evoluciones, pero no se ha considerado que se vayan a revertir.
Tres frutas y hortalizas
Vista la multitud de productos distintos que conforman nuestro sector, el análisis se concentra únicamente en unas pocas frutas y hortalizas, tres concretamente: las manzanas, los melocotones y nectarinas y los tomates.
En manzanas, se espera que siga la disminución de las plantaciones compensada por un aumento de los rendimientos. Italia y Polonia consolidan su ventaja comparativa, tanto en el mercado comunitario como a la exportación. Turquía consolida su papel de competidor en un mercado cuya demanda se espera ligeramente al alza.
El futuro parece menos optimista en el caso de los melocotones y las nectarinas. La producción sigue bajando, el consumo también y se esperan crecientes dificultades para conseguir la mano de obra temporal necesaria para la recolección. España y Grecia aparecen como los dos estados miembros menos mal parados.
El tomate es otra historia toralmente diferente. La producción de tomate en fresco en Europa debería seguir reduciéndose, en particular en los dos Estados líderes, España y los Países Bajos. En cambio, para industria, Portugal y España deberían seguir creciendo, si las disponibilidades de agua lo permiten.
Las importaciones, en especial de Marruecos y Turquía, deberían seguir creciendo, pero mucho más moderadamente que en el pasado, ya que también están confrontados a los mismos problemas que los europeos, en cuanto a enfermedades y escasez de agua. El factor de cambio esencial es el auge de los tomates cerezas y otros de pequeño tamaño, consumidos fuera del momento clásico de la comida (“snacking”). Ello explica tanto una parte del descenso de la producción europea como del aumento del consumo per capita.
El informe (en inglés)[1], para todos aquellos interesados está disponible en el link incluido en este artículo.
[1] https://agriculture.ec.europa.eu/data-and-analysis/markets/outlook/medium-term_en