De la pandemia a la guerra; de la escasez de materias primas a la crisis energética; de la inflación a una economía en desaceleración; de la globalización a una mayor regionalización; de un contexto normativo claro a nuevos posibles requerimientos legales que implicarán cambios sustanciales para las empresas: cada vez son más las variables que amplían el espectro de caminos posibles que podría tomar el sector de frutas y hortalizas.
Ante esta nueva era de incertidumbre radical en la que estamos sumergidos, ¿cómo pueden las empresas de frutas y hortalizas encarar los años venideros y crecer?
El valor empresarial fundamental para competir hacia el futuro es la resiliencia. Ya no se trata de predecir escenarios y prepararse para ellos; las empresas aprendieron con la pandemia que la clave hoy es adaptarse a los acontecimientos inesperados, hacerlo con rapidez y crecer ante las adversidades.
2023 seguirá siendo un año muy marcado por la subida de costes y la inflación. El nuevo impuesto al plástico no reutilizable, que entró en vigor el 1 de enero, contribuirá a este incremento y restará competitividad a las empresas españolas, que quedarán en situación de desigualdad frente a los demás países, siendo España la única de Europa en aplicarlo.
Por tanto, en 2023, el factor precio seguirá teniendo un peso muy fuerte, tanto en las mesas de negociación, tensionando la relación entre los distintos eslabones de la cadena de valor, como en la elección de compra del consumidor. En este sentido, es positiva la medida recientemente aprobada por el Gobierno de rebajar el IVA en frutas y hortalizas durante los primeros 6 meses del año, que ayudará a no estancar los consumos.
Aun así, el sector hortofrutícola tendrá que ir adaptándose a un consumidor cuya capacidad de gasto se está viendo comprometida, sin dejar de buscar estrategias para movilizar las ventas y hacer crecer la demanda. Las empresas del sector necesitan hoy, más que nunca, escuchar atentamente al mercado y las tendencias del consumidor para aportar valor más allá del precio. Salud y sostenibilidad se han consolidado como los atributos diferenciales. En esta línea, para el 43% de consumidores es importante comprar y consumir productos hortícolas de proximidad, mientras que 1 de cada 4 valora las frutas y hortalizas producidas de manera respetuosa con el medio ambiente. Y aunque salud y sostenibilidad están ínsitos en el ADN de la categoría, queda mucho camino por recorrer por parte de las empresas en cuanto a transparencia, comunicación y creación de valor.
«La transparencia, la innovación y la construcción de valor serán los ingredientes para el futuro de nuestro sector»
También el convenience es otra línea diferencial, con soluciones de 4ª y 5ª gama que, en otros mercados como, por ejemplo, el de EE.UU., cuenta con un despliegue excepcional; o los formatos facilitadores y adaptados a diferentes ocasiones de consumo, como el snacking, que representa un momento en auge a nivel mundial y una tendencia que ha vuelto con fuerza para responder a las necesidades de una sociedad frenética. Las empresas que no dejen de innovar y se sepan diferenciar tienen grandes oportunidades a su alcance.
Y cuando hablo de innovación también me refiero a innovación en el campo. La búsqueda de eficiencias y la mejora de la competitividad de todos los eslabones de la cadena de valor de un sector tan complejo como es el de frutas y hortalizas pasa por mejorar desde el origen.
En definitiva, la sostenibilidad en sus tres vertientes: la transparencia en toda la cadena de valor; la innovación de producto y en origen; y la comunicación y la construcción de valor diferencial, serán los ingredientes imprescindibles para el futuro de nuestro sector.