La campaña 2021 se cerró para la patata española con un volumen final de 2,2 millones de toneladas, lo que supuso un 3% más que en 2020. “Ha sido una cosecha mejor de lo esperado”, afirma Alfonso Sáenz de Cámara, presidente del Comité de Patata de Fepex, quien apunta que estos buenos datos contrastan con el impacto directo de la subida de costes, estimada en un 20% y ocasionada por los fertilizantes nitrogenados y el gasoil.
Según señala la North-Western European Potato Growers (NEPG), estos aumentos deberían provocar que los precios contractuales para 2022/2023 se incrementaran, al menos, entre 3 y 4 € / 100 kg para ser rentables y sostenibles para los productores de patatas. De lo contrario, las reducciones de superficie podrían ser la alternativa para mejorar la situación de los agricultores.
No hay comunicación con la distribución desde septiembre
Para Sáenz de Cámara, la solución resulta evidente y así lo ejemplifica desde Udapa, donde también ejerce como gerente: “Llevamos más de 15 años apostando por los contratos con los clientes, ya que una mejor organización de la producción asegura una estabilidad, mientras los intereses individuales acaban perjudicando a todo el sector”. Estos contratos, además, van aparejados de una mayor comunicación con el consumidor para así poder ofrecer una patata de calidad y diferenciada, “el problema es que falta una vertebración del sector, no hay cooperativas de patatas”.
La campaña 2021 alcanzó un volumen de 2,2 millones de toneladas, un 3% más que en 2020
España mira a países como Francia, con un sector mucho más fuerte, y a modelos de organización que les permiten ser líderes y conseguir un precio justo; sin embargo, en nuestro país, a pesar de estar muy profesionalizado, como se ve con la entrada de capital inversor en los últimos meses, el sector necesita de esa consolidación para estar presente en los lineales españoles todo el año e ir reduciendo la dependencia de las importaciones.
La realidad es que la patata francesa lleva meses cruzando la frontera y presente en los supermercados, lo que ha llevado a un malestar generalizado, hasta el punto de que hay agricultores que hablan de abandonar el cultivo. En Castilla y León, donde la campaña ha estado marcada por la escasez de patata para lavado y por los precios bajos, los agricultores que sí firmaron contratos han podido cerrar bien el ejercicio.
En este nuevo escenario de incertidumbre, la distribución también está jugando un papel controvertido y es que, según apuntan diferentes fuentes consultadas, el incremento de precios que sufre el sector no está siendo acompañado por las cadenas y el retail. “No hay comunicación desde septiembre, de hecho, desde entonces, lejos de subir precios, los han bajado”, comentan estas mismas fuentes. La recién aprobada Ley de la Cadena debe ser clave en estos momentos en los que el eslabón más frágil está soportando toda la carga.
El problema es que falta una vertebración del sector, no hay cooperativas de patatas
Perspectiva para el 2022
Un canal Horeca reactivado supone para el sector un respiro tras los casi dos años de cierres y restricciones. Además, la mejora del turismo repercute directamente en un canal que representa más del 25% de las ventas nacionales. Y aunque las previsiones no son las más optimistas, el sector de la patata debe seguir trabajando en materia de sostenibilidad e innovación. Estos pilares son los que han permitido a la patata española diferenciarse, abandonar el segmento commodity y aportar valor a un producto muy demandado por los consumidores.
Situación en Europa
Este ha sido un verano muy húmedo en el norte y centro de Europa, por lo que los arranques de patata se han realizado con cierta lentitud y en condiciones difíciles en Bélgica, Holanda y Alemania. Francia fue la excepción con una cosecha muy fácil y rápida. En Italia, la falta de agua augura volúmenes similares, o incluso menores, a los del año anterior.