Resistencia, rusticidad y rendimiento con el mejor sabor y calidad
Elio Sancho
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Las casas de semillas evolucionan, se adaptan y se anticipan a las necesidades del mercado en cada momento. En el caso de los cultivos de melón y sandía, son conscientes de la situación climática, con escasez de agua y cansancio de los suelos a la hora de desarrollar nuevos materiales, y responden también a la evolución cambiante de las enfermedades y plagas, teniendo en cuenta las restricciones aplicadas por la Unión Europea al reducir el número de productos fitosanitarios disponibles para los tratamientos de los cultivos, lo que ha provocado un aumento de la incidencia de pulgón en las explotaciones de melón y sandía en Almería, Murcia, La Mancha y Andalucía Occidental.
Además, la fuerte competencia que existe en el sector de las semillas les obliga a trabajar hacia una mejora continua en el resto de características de sus variedades de melón y sandía: calidad, sabor, grados Brix, vida postcosecha, productividad, diferentes calibres en función del mercado (nacional o exportación), teniendo en cuenta que los modelos familiares tienden a contar con menos miembros, lo que requiere de tamaños más pequeños, así como los cambios en los gustos del consumidor, para poder fidelizarlo, uno de los grandes retos de ambas frutas. En este sentido, la tendencia es hacia carne más consistente y crujiente, no arenosa, colores vivos y brillantes y, en el caso de la sandía, cortes limpios para vender en mitades y en cuartos.