Las comparaciones son duras, pero a veces necesarias. Mientras hace pocos años se cuestionaba la viabilidad de Mercabarna y se alababa el posicionamiento de Mercamadrid, la balanza se inclina ahora en sentido contrario. El fuerte desarrollo e internacionalización que está viviendo Barna choca con el estancamiento del que hasta ahora sigue siendo el primer mercado nacional, donde la crisis, la falta de diálogo entre las partes implicadas y la práctica ausencia de inversiones han hecho mella.
Un año más acudimos a Mercamadrid, donde encontramos una sensación de decepción, aunque sin llegar a ser derrotismo por el fuerte espíritu trabajador que acompaña a estos empresarios, que continúan creciendo día a día pese a la falta de apoyo institucional.
En esta Unidad Alimentaria es necesario emprender toda una batería de medidas en cuanto a seguridad, renovación de concesiones, internacionalización, transparencia, horario y sobre todo movilidad, como nos han ido comentando sus mayoristas en nuestro recorrido por las naves de frutas y hortalizas y nos ha confirmado ASOMAFRUT, que los representa en un 84%. Y es que una media de 17.000 vehículos, que suman 4.000.000 de accesos y 25.000 personas, circulan a diario por las naves, muelles de carga y viales de esta ciudad.
Las frutas y las hortalizas se concentra en seis pabellones que ocupan una superficie de 124.400 metros cuadrados, que movieron en 2014 cerca de 1.500.000 Tn según Mercamadrid, representando un 30,6% del total de la comercialización del mercado, por lo que este sector sigue siendo un referente en alimentación, y Mercamadrid un proveedor fundamental ya que, según el Estudio Anual de Mercasa, un 42,8% de los consumidores acuden a los establecimientos especializados y mercadillos a abastecerse de frutas y hortalizas, principales clientes de la Unidad Alimentaria.
Pero el mercado central ya no funciona por inercia. Al tener colgado el cartel de abierto las 24 horas del día, Mercamadrid requiere de una exhaustiva organización que hoy por hoy, deja mucho que desear. En este sentido, el horario se presenta probablemente como el principal asunto a abordar, ya que favorece las descargas ilegales; dificulta la organización en cuanto a movilidad al no haber un horario restringido para los proveedores y otro para clientes; no fomenta el relevo generacional por la falta de interés de los jóvenes por seguir esas condiciones laborales, ni la contratación de profesionales con formación, además de crear inseguridad por robos, porque la noche siempre es más conflictiva que el día. Un sinfín de argumentos que se apoyan en la necesidad de no ir en contra de los intereses de la venta ambulante, esencial para las pequeñas empresas del Merca, las cuales deben responder a un horario impuesto por el Ayuntamiento que les hace tener que abastecerse de madrugada. Otros lo apoyan por evitar el tráfico que caracteriza a la capital en las horas puntas. Pero lo cierto es que no logran ponerse de acuerdo entre ellos mismos, lo que representa un verdadero conflicto interno para el presente y futuro del mercado. Muchos sólo piden que se respete el horario oficial, de 5:45 a 11 h. Quizás esta sea una medida que no cause tantos estragos.
Un ejemplo de la importancia del horario es que puede verse una clara diferenciación en el desarrollo de las diferentes empresas del Merca, según el horario en el que trabajen. Ahí donde las grandes empresas cubren la jornada diurna e incluso las 24 horas, se percibe un importante crecimiento y potenciación respecto a las que se ciñen a un horario nocturno.
En cuanto a la movilidad, el otro frente principal, declaraba uno de los mayoristas: “Sólo dando un paseo por el Mercado te ves obligado a ir esquivando carretilleros e intentando no resbalar con la fruta que cae al suelo”. Lo que ofrece una idea de lo difícil que es transitar por él, ya sea por falta de espacio, organización en las cargas y descargas, infraestructuras deficientes y defectuosas (asfaltado, muelles, iluminación)…
Con todo esto, se apela sobre todo a una reinversión de los beneficios en el propio Mercado, así como a la internacionalización, para garantizar un futuro a las 163 empresas que conforman este negocio, imprescindible para toda la cadena de valor y para el conjunto de la población española. Según declaró en el mes de febrero el Ayuntamiento de Madrid, en 2014 la Unidad Alimentaria produjo un beneficio neto de 14,2% más con respecto al año anterior, unos 7,3 M €. Unos ingresos que, según los mayoristas, no retornan en el propio Mercado. Sería interesante esclarecer las cuentas pero lo cierto es que Mercamadrid, empresa 100% de titularidad pública (49% Ayuntamiento de Madrid y 51% Mercasa- de la Administración del Estado), ha declinado participar en este monográfico al sentirse ofendidos porque este medio publicara las críticas realizadas por los mayoristas.
La realidad es que las mejoras que se han ido realizando son insuficientes y no han logrado acabar con los problemas de la venta ilegal, altos costes de alquiler, cuarteladas mal acondicionadas, falta de limpieza, intrusión de aves en las naves, inundaciones en las vías,… Problemas señalados por los mayoristas en las siguientes páginas.
Pero no sólo corre por cuenta de la gestión de Mercamadrid impulsar el desarrollo del mercado, sino también de los propios mayoristas, que deben invertir para conseguir que prospere su empresa. Mientras algunas empresas apuestan por el crecimiento y la mejora de sus instalaciones, otras continúan con las mismas infraestructuras desde hace 20 años, lo que impide el renacer del mercado. Tanto Mercamadrid como sus mayoristas deben caminar juntos si desean alcanzar sus metas.
