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“Las relaciones comerciales eran y serán intachables con nuestros clientes británicos”. NUEVA REALIDAD POST-BREXIT

Una vez hecho efectivo el Brexit, el sector hortofrutícola tiene ante sí una nueva fecha límite: el 1 de abril, cuando entrará en vigor el certificado fitosanitario. Hablamos con Clemente Serrano, responsable de Auditoría Interna y Asesoría Jurídica, y con José Luis Prieto, responsable de Logística de Primaflor, sobre cómo afrontan la nueva relación comercial con Reino Unido y los trámites burocráticos que se derivan de ella.

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A partir del próximo 1 de abril será necesario el certificado fitosanitario para exportar a Reino Unido y, desde el 1 de julio, se endurecerán las inspecciones. ¿Cómo debe prepararse el sector para esta situación?
Clemente Serrano (C.S.): El 1 de enero de 2021 se produjo la salida efectiva de Reino Unido de la Unión Europea. El acuerdo de retirada contempló un período transitorio hasta el 31 de diciembre de 2020, durante el que se siguió aplicando la legislación comunitaria en el Reino Unido en relación al mercado interior, unión aduanera y las políticas comunitarias. Finalmente, y suponiendo esto una buena noticia para todo el mercado común, y en especial para el sector agro, al suprimir aranceles que nos igualaban ante terceros países productores, el pasado 24 de diciembre, ambas partes alcanzaron un compromiso sobre un Acuerdo de Comercio y Cooperación que entró en vigor de manera provisional el 1 de enero de 2021. Como se ha podido observar tras hacerse efectivo el Brexit, el agrícola es un sector que ha sabido prepararse con la suficiente antelación para que los diversos trámites burocráticos no afecten a la entrega de nuestras frutas y verduras en tiempo y forma a los clientes británicos que, durante tantos años, han confiado en un producto de calidad como son nuestras hortalizas Made in Spain.
El certificado fitosanitario será un añadido a nivel de burocracia y costes que el sector cumplirá en buena medida, como hemos sabido hacer con el resto de trámites. No obstante, a partir del 1 de abril, conoceremos la realidad operativa de esta nueva gestión en el intercambio de bienes entre ambas zonas económicas.

Son muchos los agentes del sector que piden un proceso automatizado de la emisión de este certificado para agilizar el trámite y evitar así pérdidas. ¿Lo cree necesario y, sobre todo, viable?
José Luis Prieto (J.L.P.): Todo lo que sea agilizar cualquier tipo de trámite administrativo que permita reducir el tiempo desde que se expiden hasta que nuestros productos perecederos llegan a destino supondría mantener el status quo que ya teníamos respecto al mercado británico frente a terceros países productores. Todos los esfuerzos del sector agro español se están centrando en maximizar los recursos disponibles para que el incremento de trámites administrativos y costes logísticos no repercuta en la calidad del producto final que tienen a su disposición los clientes británicos.

¿Cómo ha influido el Brexit en la operativa diaria de las empresas y qué sobrecostes ha generado?
C.S.: Indudablemente, esta nueva configuración geopolítica ha provocado que todos los movimientos de mercancías desde o hacia Reino Unido estarán sujetos a formalidades y controles aduaneros. Esto ha generado un incremento de costes para las empresas del sector agro en España, no únicamente desde el 1 de enero en adelante, sino con carácter previo; dada la gran incertidumbre existente hasta los últimos días del año pasado, las empresas tuvimos que gestionar esa inseguridad jurídica con planes de contingencias y asesoramiento externo profesional, tanto en España como en Reino Unido.
Las relaciones comerciales eran, son y serán intachables con nuestros clientes británicos, pues ambas partes estamos asumiendo, con la madurez necesaria, la adaptación a las nuevas circunstancias en pos de que el cliente final no sufra las consecuencias de esta decisión política.

¿De qué forma creen que pueden perjudicar a los intereses españoles los acuerdos alcanzados por Reino Unido con terceros países?
C.S.: Es evidente que, gracias al acuerdo in extremis que con éxito se pudo materializar por parte de la Comisión Europea y el Parlamento Británico, se facilita la relación comercial de intercambio de bienes y servicios entre ambas economías. El escenario anterior que se planteaba con aranceles para las frutas y verduras españolas nos afectaba negativamente, pues nuestros costes no son comparables a los de terceros países productores, debido a que nuestros procesos de calidad, trazabilidad y seguridad alimentaria tampoco lo son. Se pone de manifiesto, derivado del acuerdo entre ambas economías, que las partes seguimos teniendo una preferencia mutua para el intercambio de bienes y servicios, y esto se evidencia en la fluidez actual a nivel logístico.

“ El futuro nos deparará retos que el sector agro sabrá asumir y obtener ventajas competitivas»

Como bien dice, esos países terceros son más competitivos gracias, entre otras cosas, a sus menores costes de producción. ¿Cómo puede el sector español contrarrestar esta situación?
C.S.: Nuestras frutas y hortalizas no tienen que luchar en costes con los terceros países productores, puesto que el índice de desarrollo humano, por desgracia, sigue sin ser comparable. Mientras la brecha social, a nivel de estándares laborales y éticos, sea distante entre esos terceros países y España, los costes irremediablemente seguirán siendo diferentes.
J.L.P.: Las empresas agrícolas nacionales seguiremos manteniendo la excelencia en cuanto a calidad, trazabilidad y seguridad alimentaria de nuestros productos, para que sigan siendo percibidos por los clientes como productos de referencia. No obstante, seguimos invirtiendo en digitalización para modernizar y automatizar nuestros procesos operativos, de modo que podamos ofrecer los máximos estándares de calidad al consumidor final. La consecución de todo lo anterior es el fiel reflejo del ‘ADN Primaflor’.

¿Puede la crisis económica o la devaluación de la libra perjudicar el consumo de sus productos?
J.L.P.: Los datos sectoriales muestran que la coyuntura económica derivada de la crisis del COVID-19 ha supuesto un duro golpe para el sector servicios y, dado su impacto global, también para el sector agro. En general, los países europeos, que son nuestro principal mercado, han visto perjudicadas sus economías como consecuencia de la caída del turismo, y esto ha afectado al consumo y al precio de nuestras frutas y verduras.

El COVID-19 está enseñando al sector a adaptarse a situaciones desfavorables, aunque ya es un sector hecho a la improvisación. ¿Cómo ven el futuro ante toda esta incertidumbre?
C.S.: El sector agro no ha improvisado nunca, sino que ha sabido marcar las pautas oportunas para adaptarse a los cambios que, como sabemos, son inherentes al progreso. La esencia de nuestro proceso productivo es la planificación y previsión. El agroalimentario es un sector que vive en permanente crisis y, por tanto, es resiliente y ha sabido digerir los numerosos golpes sufridos con el paso de los años. El futuro nos deparará retos que, indudablemente, el sector agro sabrá asumir y obtener las ventajas competitivas que sigan haciendo de los productos españoles un referente a nivel europeo.

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