La sostenibilidad integral como seña de identidad. GRUFESA

Calidad diferencial y sostenibilidad como señas de identidad definen la filosofía empresarial de Grufesa, que hace una década fue pionera en esta apuesta y que ahora prepara un plan estratégico que puede revolucionar la forma en que trabaja el sector actualmente. Se trata de un concepto de sostenibilidad integral y amplio que engloba también aspectos como su compromiso con el entorno natural protegido en el que produce sus fresas y con la sociedad donde opera. A esta política se añade el compromiso que mantiene con los exigentes consumidores europeos a los que sirve sus fresas con una atención a la calidad que sobresale en el sector. La sostenibilidad entendida de esta forma global no sólo no es una limitación para Grufesa, sino que se convierte en “un valor” para su fruta, como explica Carlos Cumbreras, gerente de la empresa con sede en Moguer (Huelva).

En este contexto se enmarcan por ejemplo sus últimas campañas de promoción, entre las que destacan las dirigidas a la escolares (“Cultiva tus valores”) y la que apela a las emociones y a las experiencias de consumo que reclama el mercado, “Emociones by Grufesa”. En este último proyecto “hemos buscado sinergias con otros grandes productos agroalimentarios de Huelva para favorecer el maridaje con los frutos rojos”. “Queremos que nos vean, asegura, como una empresa que aporta valor y nuestra imagen de marca sale bastante reforzada gracias a las redes sociales”.

Sus programas y proyectos en marcha así lo acreditan. Grufesa es la primera empresa del mundo que logra certificar toda su producción con el módulo Add-on Food Chain Partnership de Bayer CropScience, un sello adicional a la norma GLOBALG.A.P. que supone una apuesta “contundente” por la seguridad y la salud alimentarias. Se trata de un programa de mejora continua que también aporta mejoras sustanciales al cuidado del entorno. Todas las decisiones y elecciones de producto de la firma se ven así condicionados por estos estrictos criterios. “Nuestros estándares medioambientales no tienen nada que envidiar a otros países, sino todo lo contrario”, asegura Cumbreras en defensa de las prácticas de todo el sector.

El gerente admite que en el caso de los envases “tenemos en estos momentos grandes limitaciones”, pero anima a seguir investigando para encontrar alternativas claras que no se dan en este momento. “Con este programa hemos cambiado nuestra mentalidad y garantizamos una fresa única, cargada de sabor, salud y respetuosa con la naturaleza”. Otra línea del proyecto es el ahorro hídrico y el control fitosanitario. La cercanía de la empresa al parque nacional de Doñana, según Cumbreras, aporta valor añadido a sus variedades de fresa y obliga a unos controles muy estrictos en materia de residuos. El objetivo de Grufesa es garantizar que todos los residuos generados sean tratados y reciclados al 100%.

El gerente de la firma espera una buena campaña en calidad y producción pese al retraso en el inicio. Grufesa mantiene su especialización en fresa, al tiempo que compagina esta apuesta con una “entrada progresiva” en otras berries como los arándanos. En este último cultivo también se busca un diferencial en calidad, por lo que se ha invertido en una clasificadora automática. El arándano español, según sus palabras, va a ganarse una cuota de mercado, pero es verdad que pesan mucho las producciones de los países de ultramar y los emergentes. En este sentido, lo que más preocupa a Cumbreras es que terceros países adelanten muchos sus producciones, lo que explica a su juicio la prioridad de todo el sector por las variedades más precoces.
Grufesa, que logró el pasado año una producción de berries de 18 millones de kilos, está primando su apuesta por el mercado español, que era su asignatura pendiente. Su mayor mercado sigue siendo Alemania, aunque la diversificación en destinos le ha permitido estar presente en 22 países.