“La entrada de nuevos actores en el mercado no debe afectar a la calidad del bio”. BIO C’ BON
El consumo crece lentamente alentado por la mayor oferta de producto, sin embargo, desde Bio c’ Bon insisten en que el ecológico no es solo un sello y apelan a la conciencia del consumidor: la calidad de estos alimentos y su compromiso con el medio ambiente se deben valorar.
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La entrada de la gran distribución en el mercado bio está provocando un crecimiento de la oferta y también de las ventas. Una situación que, para Damien Cuénot, director de Bio c’Bon España, supone un doble reto: por un lado, puede atraer a nuevos consumidores de ecológico que, a la larga, valoren el mayor surtido que ofrecen los supermercados especializados; pero por otro, la oferta más económica, “que muchas veces implica un compromiso menor con el medio ambiente”, podría “suponer un daño importante para quienes han desarrollado el mercado hasta ahora –los pioneros- y creen en valores del ecológico (más allá que las normas para conseguir el sello): diversidad, temporalidad, proximidad…”.
Frente a la “industrialización” del sector ecológico que acompaña el desarrollo del bio en la gran distribución, Cuénot apela a la cercanía del canal especializado, ya no solo con sus consumidores, a quienes asesoran en sus decisiones de compra, sino también con sus productores. Para ello, tiene clara su apuesta por las frutas y hortalizas de temporada y de proximidad, cultivadas bajo los estrictos protocolos que dicta la normativa de agricultura ecológica (y a veces, incluso, con criterios aún más exigentes). “La entrada de nuevos actores en el mercado no debe significar un descenso de la calidad”, afirma y añade que “el trabajo de los productores ejemplares se debe recompensar con el éxito económico, si no nos arriesgamos a acabar creando productos industriales sin alma que solo van a tener el sello de ecológico”.
Esta puesta en valor del trabajo de los agricultores va ligada al precio de su producto. En este sentido, producir bio es en general más caro y, por tanto, su precio final debe ser también más elevado según Cuénot. En este precio “justo” influye, asimismo, la necesidad de ubicar los supermercados en barrios de las principales ciudades que demanden productos bio, como por ejemplo Madrid, donde es complicado “encontrar locales a un precio coherente con la actividad”. Al final, y aunque el precio del producto bio pueda resultar más alto, los cierres de varios supermercados especializados indican que la viabilidad económica lo requiere. “Comprar productos ecológicos aún resulta más económico que comer fuera” señala Cuénot, quien explica que “si consumes bio, sabes de dónde vienen los productos y ¡los transformas tú!”; y llegado a este punto, se pregunta: “¿Qué importancia queremos dar a los alimentos que entran en nuestro cuerpo cada día?”.
Bio c’ Bon cuenta actualmente con seis establecimientos en la capital de España. La firma estudia la posibilidad de una dinamización de sus ventas a través de un canal on line, sin embargo, este podría ser “un complemento”, ya que considera fundamental “mantener el contacto directo con nuestra clientela”.