Esta inflación ha de poder ser extrapolada al precio
Eduardo Córdoba Pérez, director general de Primaflor.
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Como no puede ser de otra manera, afrontamos el 2022 con optimismo. Es época de volver a ilusionarnos y dar lo mejor de nosotros para el fortalecimiento de la economía y de nuestras empresas. Somos un sector que siempre ha tirado hacia adelante gracias al valor y compromiso de su gente. Al margen de esto, somos conscientes de que nos enfrentamos a uno de los retos más complicados de los últimos años por la coyuntura económica que atravesamos.
En este contexto, nuestras prioridades pasan por acabar de adaptar nuestro modelo de negocio, no solo a las exigencias del mercado, sino también a las coyunturales del entorno, para lo cual la sostenibilidad, la transformación digital, la eficiencia operacional para la reducción de costes y la potenciación del equipo humano están en el centro de la estrategia.
Nos falta tamaño para sentarnos con fuerza con el otro lado de la cadena, y más cuando este mira para otra parte
Somos conscientes del reto pese a los factores externos, como el encarecimiento desmedido de los costes de las materias primas y la complejidad que conlleva su estabilización, ya que somos un eslabón débil ante los grandes stakeholders, que ejercen su autoridad con escasa sensibilidad a la situación. Esta inflación ha de poder ser extrapolada al precio para que todas las eficiencias obtenidas por la industria en estos últimos años no salgan fuera de su cuenta de resultados. Ante esta coyuntura, nos sentimos escasamente apoyados, pero debemos seguir empujando para que se actúe sobre los precios, no hay otro camino.
El sector debe saber que no estamos ante una subida de precios, sino ante una actualización de costes estructurales que, llegado el momento, volverían a su sitio. Las empresas hortofrutícolas somos grandes productoras, pero nos falta tamaño para sentarnos con fuerza con el otro lado de la cadena, y más cuando esta mira para otra parte.
Varios aspectos son clave para la recuperación:
a. En primer lugar, que se estabilicen las materias primas y que, partiendo del nuevo techo, podamos recalcular nuestros costes productivos.
b. Sensibilización de los eslabones de la cadena de valor para que, en un momento coyuntural, todos podamos arrimar el hombro.
c. Pese a todo, se debe seguir invirtiendo en competitividad estructural para ser más eficientes, sostenibles y viables.
d. Investigación y desarrollo.
e. Una correcta vertebración por parte del Gobierno de los fondos de recuperación.
En este último punto (fondos Next Generation), y como todas las empresas, tenemos muchas expectativas, pero una cosa es lo que proponen y otra es ver realmente cómo se ejecutan, y contamos con escasa información. Será clave ver si, finalmente, suponen un empuje recuperador e impulsor o vienen teledirigidos y habiendo perdido su esencia inicial.