El control de todo el proceso es la base para ofrecer calidad
Las nuevas generaciones del Valle del Jerte entran con fuerza apostando por ofrecer valor añadido frente a volumen para garantizar al cliente un producto 10, lo que consideran la única fórmula de futuro del sector.
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La cereza y la picota del Jerte siempre han sido frutas muy apreciadas por el consumidor y, para mantener su posicionamiento, el sector productor vela por cumplir con unos estándares de calidad mínimos. Sin embargo, no siempre se cumplen, especialmente en campañas donde la producción sufre mermas y la rentabilidad peligra, en las que se busca más bien obtener un mayor número de kilos para que cuadren los números.
Contra esta corriente basa su filosofía la nueva entidad que nació hace apenas tres años en el Valle, Cherryland, una pequeña empresa familiar con producción propia cuya segunda generación, dos hermanos que siguen la trayectoria de su padre, ha querido crear su propia marca y lanzarse a los mercados de forma independiente.
Así, su principal objetivo es “hacerlo bien” y que la fruta que ofrecen sea valorada por su excelente calidad. Por ello, el compromiso de Isabel en la Gerencia y Fernando López Pereira en la parte comercial es ir poco a poco aumentando su producción propia y poder controlar todo el proceso, desde el campo hasta el cliente final.
En este sentido, por ahora disponen de un 30% de su volumen de agricultores asociados y la idea es que el 100% sea de producción propia en un futuro cercano. “Queremos ser una empresa con poco volumen pero de máxima calidad porque creemos que el futuro del sector está en la diferenciación y animamos a todos los agricultores del Valle a hacer lo mismo para que se identifique la zona por nuestra larga experiencia y saber hacer frente a otros competidores”, declara la directora gerente.