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Hay que cambiar la forma de producir

Valter Ceppi. Director Comercial de Koppert España

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Este año, Koppert Biological Systems celebra su 50 aniversario. Es un momento muy oportuno para reflexionar sobre el control biológico y la agricultura en general. Actualmente, la población mundial crece, con ella la demanda de comida y la agricultura protegida ofrece un sistema intensivo capaz de producir muchos kilos por hectárea, y relativamente respetuoso con los recursos. Un buen ejemplo es lo que sucede en Almería, donde la superficie de invernaderos ha aumentado más de 2.000 hectáreas en los últimos cinco años. La tendencia en Almería se repite en otros países del mundo. Los productores son cada vez más grandes y más profesionales y se incrementan los fondos de inversión que apuestan por la agricultura.
El control biológico de plagas se ha convertido en una realidad. Ya no se cuestiona si los ‘bichos’ funcionan o no. Poco a poco, hay una tendencia clara a probar nuevos insectos beneficiosos y se está extendiendo a los cultivos al aire libre. Entonces, ¿podemos estar contentos? Desgraciadamente, no. Lo que se está haciendo NO es suficiente ante problemas  graves: pérdida de biodiversidad, cambio climático, emisiones de CO2, abuso de productos químicos (con las consecuencias sobre la salud, el medio ambiente, los recursos hídricos), escasez de agua, o residuos agrícolas.
Actualmente, no basta con soltar cuatro ‘Orius’ y cien ‘Swirkii’ en pimiento para tener todo resuelto. Se necesita un cambio drástico en la forma de producir, pero también en las conciencias. El modelo productivo actual genera demasiados residuos, gasta excesivos recursos y causa impacto ambiental. Hoy, existen muchas soluciones técnicas (cultivo biodinámico, compostaje, fertilización orgánica, recirculación de agua, energía solar, energía eólica, envases biodegradables, setos perimetrales,…) que nos permitirían producir con un impacto ambiental mucho menor.
En el control biológico, cada vez se le da menos importancia a las consecuencias que las aplicaciones de plaguicidas tienen sobre los enemigos naturales.  Se gastan más productos plaguicidas. Ahora, todos los productos químicos, de acuerdo a su etiqueta, son ‘respetuosos con la fauna auxiliar’. Sin embargo, no hay ninguna legislación que regule y ponga límites al contenido que se incluye en esas etiquetas que indican un teórico respeto a la fauna auxiliar.
Los precios de muchos enemigos naturales, y en especial de las colmenas, han bajado tanto que las herramientas para el control biológico de plagas se han convertido en un ‘commodity’. El resultado es que el agricultor compra estos productos, pero los cuida menos y si los ‘bichos’ se mueren entonces compra más. Es decir, gastamos más recursos y dinero, pero se está haciendo mal. En mi opinión, es mejor pagar un poco más por algo que sabemos que funcionará bien a la primera. Así, ahorraremos recursos y tiempo. No podemos olvidar que la estrategia de bajar los precios resta recursos para que las empresas investiguen nuevas soluciones biológicas. El lamentable resultado de todo esto es que se recurre más a menudo a la ayuda de productos químicos.

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