9 de cada 10 consumidores considera el desperdicio alimentario un problema importante
Es una de las conclusiones extraídas de la Encuesta de Hábitos de Compra y Consumo 2022 realizada por la Mesa de Participación Asociaciones de Consumidores, que afirma también que el 72% de estos ha cambiado sus hábitos de consumo.
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Tras la pandemia por la COVID-19 y a pesar de que la sociedad parece haberse habituado a cierto grado de incertidumbre, la coyuntura económica y social que atraviesa el planeta continúa modificando los comportamientos en múltiples facetas de la vida diaria. No es de extrañar, por tanto, que la encuesta de la Mesa de Participación Asociaciones de Consumidores (MPAC), que analiza anualmente el comportamiento de los consumidores, refleje un cambio en sus hábitos de compra y consumo, incluso a niveles superiores a los detectados durante lo peor de la crisis sanitaria. Así, el 72% de los encuestados asegura haber cambiado dichos hábitos. De ellos, un 20% lo hace buscando mejores precios y un 21% opta por adquirir otro tipo de productos.
Vulnerables por nivel de renta
Además, de acuerdo con dicho estudio, en el que han participado 3.500 familias de las 17 comunidades autónomas y de las 2 ciudades autónomas durante el primer semestre de 2022, este año los encuestados son más conscientes del significado de la figura del consumidor vulnerable; aquellos en situación de subordinación, indefensión o desprotección que les impide el ejercicio de sus derechos como personas consumidoras en condiciones de igualdad. De hecho, aunque hay diversas interpretaciones, se observa una relación clara entre vulnerabilidad y renta, principalmente en entornos rurales y con niveles de estudios básicos.
Así, el 38% que afirma sentirse vulnerable lo hace porque su nivel de renta es bajo (19%), después acusan el impacto de alguna variable psicosocial (9%), el desconocimiento de las nuevas tecnologías (6%) o el nivel de formación (4%). La vulnerabilidad por renta afecta principalmente a las franjas entre los 18 y 35 años y a los de más de 65. Se ratifica el problema del entorno rural donde es mayor el desconocimiento del concepto y la sensación de vulnerabilidad por el uso de nuevas tecnologías.
Etiquetado, sí pero no
El etiquetado de los alimentos lleva años generando debate y siendo la ‘asignatura pendiente’ de industria y administración. Por un lado, por su relevancia para la salud del consumidor y, por otro, debido a la exigencia de este de disponer cada vez de más información sobre el producto que adquiere. En este contexto, la Encuesta Sobre Hábitos de Compra y Consumo 2022 de la MPAC revela que en 2022 ha aumentado el número de aquellos que admiten consumir productos una vez pasada la fecha de caducidad (67% frente al 59% en 2021). Paradójicamente, un 66% considera que la fecha de caducidad es el concepto informativo más importante de la etiqueta, seguido de la composición/ingredientes del producto (55%). En tercera posición aparece el precio (37%) desplazando al lugar de origen (28%) y a la información nutricional (26%).
También se constata que, año tras año, el consumidor va perdiendo el hábito de leer las etiquetas. Concretamente, en esta ocasión, la caída ha sido de siete puntos para los que dicen leerlas habitualmente, hasta el 34% (41% en 2021). También se reduce en cuatro puntos los que afirman leerlas de vez en cuando, hasta el 54%. A pesar de todo ello, la etiqueta del producto continúa siendo la principal fuente de información para los consumidores y un 42% de los encuestados considera útil la información que ofrece.
De acuerdo con dicho estudio, el consumidor es consciente de la importancia de unos buenos hábitos de alimentación. Sin embargo, disminuye la población que considera que sus hábitos son saludables (66%) y sigue creciendo la población que lo desconoce (22%) y la que reconoce no tenerlos (12%).
Conciencia ambiental en auge
Según el análisis de los datos recabados, el consumidor medio en España tiene cada vez más en cuenta a las empresas responsables con el medio ambiente porque él mismo apuesta por un consumo sostenible y respetuoso con el planeta: un 57% valora positivamente este aspecto a la hora de comprar un alimento. La influencia a la hora de decidir la compra está repartida entre varios factores como, por ejemplo, saber la procedencia del producto (25%) y cómo se ha producido (20%). También se valoran otros aspectos como el compromiso con el medio ambiente (16%) o el comportamiento ético con la sociedad del fabricante o distribuidor (15%).
En la misma línea, el 88% de los encuestados opina que el desperdicio alimentario es un problema importante. Para evitarlo opta por aprovechar más los alimentos (41%) y planificar mejor las compras (31%). Tan sólo un 10% reconoce no hacer nada.
En cuanto a sostenibilidad, nos encontramos con que un 89% de los consumidores encuestados afirma que los hábitos alimentarios afectan al medio ambiente en función de lo sostenibles que sean los alimentos. Sin embargo, durante estos meses marcados por la pandemia, tan sólo algo más de la mitad de los consumidores aumentó su interés por comprar alimentos más sostenibles.
La mayoría de los encuestados (61%) sabe en qué contenedor debe depositar los residuos orgánicos tales como cáscaras y pieles de fruta, restos de carne y pescado. Cada vez son más los que realizan de forma correcta la separación para poder reciclar los residuos que generan.
Cercanía, calidad y precio
Este año la proximidad desplaza a la calidad a la hora de elegir un establecimiento de compra: más de la mitad de los consumidores valora la cercanía como factor principal. Le sigue de cerca la calidad y el precio se queda algo descolgado, aunque en el ámbito rural se valora más el precio que en el ámbito urbano, donde la calidad se coloca por encima del precio. En cuanto a la elección del producto alimentario, aunque la calidad sigue siendo el factor más relevante, se observa una mayor atención a los precios más ajustados.
El supermercado se mantiene como el formato comercial preferido por las personas consumidoras para realizar sus compras de alimentación y gran consumo (64%). Se perciben pequeños cambios en el pequeño comercio y tiendas especializadas, que pierden 2 puntos con respecto al año pasado. Asimismo, se aprecia un leve incremento en hipermercados y mercados municipales.
En general, los datos reflejan que los consumidores optan mayoritariamente por la compra de productos frescos frente a los congelados y los preparados, excepto en el caso de las legumbres y las pastas. En relación a 2021 se observa un incremento de la compra de la carne congelada y una reducción de la de carne fresca. También baja de manera importante la compra de pasta/legumbre fresca, observándose un incremento generalizado de todos los productos que se compran en formato de conversas/envasados.
Cómodos e influenciables
Las personas consumidoras siguen valorando de forma positiva la compra online de productos de alimentación (67%). Aunque la mitad de estas considera que no le hace falta. La valoración positiva de la compra online junto con la preferencia de la cercanía, indica que la omnicanalidad está cada vez más presente entre los consumidores. Además, la comodidad es el aspecto más valorado de la compra online para casi la mitad de los encuestados.
Por otro lado, un 43% de los usuarios afirma haberse visto influenciado a la hora de comprar o consumir un producto de alimentación y gran consumo por la información en Internet o redes sociales. En cambio, uno de cada cuatro, pese a haberlas recibido, ha seguido comprando igual.
Innovación por la salud
Uno de cada cuatro encuestados opina que las empresas de alimentación deberían enfocar sus esfuerzos en innovación en la obtención de productos de mayor calidad. El resto, con porcentajes muy ajustados (22 y 21%), apuesta por alimentos más saludables y con precios más ajustados. Un 16% opta por la responsabilidad social y medioambiental. La innovación digital se relega al último lugar.
Por otro lado, algo más de la mitad de los consumidores valora positivamente y suele probar aquellas innovaciones que percibe en la gama de productos que habitualmente consume. Sin embargo, un 28% afirma no detectarlas y a un 19% les genera desconfianza inicialmente.
Más del 80% de los consumidores es consciente del uso de las nuevas tecnologías en su acto de compra de productos de alimentación. La mayoría opina que las tiendas de alimentación han avanzado mucho en pocos años. Asimismo, a un 45% el uso de las nuevas tecnologías les facilita la compra.