El sector agroalimentario es más productivo y competitivo que la media europea, lo que contribuye a que las exportaciones crezcan año tras año y España consolide su posición como cuarto país comunitario. A juicio de Eduardo Baamonde, presidente de Cajamar, “el sector en su conjunto se ha profesionalizado mucho, lo que ha permitido la mejora de su eficiencia y competitividad, pero queda mucho camino por recorrer en todo lo relativo a la rentabilidad, que tiene más que ver con el valor que seamos capaces de aportar a la producción primaria”, advierte tras apuntar que sobre este tema tienen que poner el foco las empresas agroalimentarias, las cooperativas y la industria transformadora. En este sentido apuesta por “estrategias a largo plazo que permitan aportar valor a las materias primas a través de la diferenciación de productos y procesos”, y por la toma de decisiones “con una visión ambiciosa y centrada en el valor y el posicionamiento de la empresa”.
El secretario general de Agricultura y Alimentación del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Fernando Miranda, ha calificado de “vigoroso” y “potente” al sector agroalimentario español y, en particular, ha destacado la gran respuesta que han dado ante el desafío del coronavirus la producción, logística y distribución agroalimentaria, lo que ha permitido abastecer tanto al mercado nacional como al internacional. “Hemos sufrido una gran crisis sanitaria, pero no agroalimentaria. El sector ha puesto de manifiesto que sabe hacer sus deberes”, ha dicho. Miranda también ha resaltado la gran diversificación del sector a la hora de producir alimentos, al igual que ocurre con los mercados de destino, lo que supone “un importante factor de resiliencia”. También ha apuntado que el sector tiene un gran potencial de crecimiento en el eslabón industrial “para aumentar ese margen con productos más elaborados y de mayor valor añadido”, y ha recordado que “pensando en la reconstrucción económica, el sector agroalimentario debe jugar un papel fundamental porque es una actividad que no se deslocaliza y deja la riqueza en el territorio”. Sobre este tema, en relación al acuerdo sobre el marco financiero alcanzado por la Unión Europea, ha asegurado que España y el sector agroalimentario tendrán que hacer su propio plan, con una visión conjunta, global e integral, pensando más allá de la PAC y teniendo en cuenta la posición geográfica privilegiada actual, dentro de la UE, “para consolidar al sector en materia de liderazgo, vanguardia, calidad y sostenibilidad”.
Por su parte, el director adjunto del Ivie, Joaquín Maudos, tras exponer con detalle los principales indicadores, magnitudes y conclusiones del análisis, ha insistido en que la experiencia de la crisis de la covid-19 pone de manifiesto que el sector agroalimentario es un sector “a proteger e incentivar” para garantizar el abastecimiento de alimentos; al tiempo que constituye un desafío tanto por el lado de la demanda, dada la caída de algunos productos, como de la oferta, debido a los problemas de mano de obra, exigencias sanitarias y restricciones en el transporte. “Es una buena noticia que España esté más especializada que la media europea en el sector agroalimentario dado que es capaz de alcanzar un mayor nivel de productividad y competitividad”. El director del informe añade que “en la nueva normalidad van a surgir nichos de negocio, oportunidades en forma de nuevos productos, como resultado de un cambio en las demandas y hábitos de consumo derivados de la preocupación por la salud, el medio ambiente y la seguridad alimentaria”. “Para atender esta demanda hay que invertir en I+D+i, y junto a ello, para ser más competitivos, también es necesario aumentar la dimensión de las empresas, modernizar las estructuras productivas y aprovechar las ventajas de la digitalización en toda la cadena de valor”, ha concluido.
Principales datos del Observatorio
El informe incorpora un amplio sistema de indicadores y una serie de anexos con información específica de los subsectores más relevantes del sector agroalimentario, lo que se traduce en un profundo análisis de toda la cadena de valor para ofrecer una visión conjunta de su aportación a la economía española, cuantificando también su contribución en el conjunto de la Unión Europea. Además, desgrana los principales retos y oportunidades del sector, entre los que destaca la sostenibilidad, la innovación y las tendencias de consumo, entre otros.
Joaquín Maudos ha ofrecido las principales claves de esta tercera edición, que cuantifica de forma conjunta las distintas ramas productivas que definen al sector agroalimentario y examina sus características desde diferentes puntos de vista: tamaño, crecimiento y composición; empleo; productividad y competitividad; cesta de la compra; inflación y precios; comercio exterior; esfuerzo inversor en I+D; y principales subsectores.
Tamaño, crecimiento y composición del sector
Durante la presentación del informe, Maudos ha destacado que el sector agroalimentario ha contribuido a la economía nacional con 60.844 millones de euros en 2019, lo que representa el 5,4 % del valor añadido bruto (VAB). Una cifra que asciende hasta los 102.983 millones de euros incluyendo a la distribución de productos agroalimentarios, por lo que el porcentaje se eleva hasta el 9,1 % del VAB, una décima menos que en 2018.
El peso del sector agroalimentario, a efectos de su aportación al VAB, es superior al del conjunto de la UE-28: 2,9 puntos porcentuales (p.p.) más en su versión ampliada (incorporando a la distribución) y 1,7 p.p. más sin la distribución. “Esta diferencia en el sector ampliado muestra la importancia que tiene la fase de comercialización de los productos agroalimentarios en España”, apunta Maudos. Una divergencia que también se observa al analizar la evolución histórica: mientras el sector agroalimentario ampliado en España ha pasado de aportar el 7,9 % en 2008 al 9,1 % en 2019 (1,2 p.p. más), si no se incluye la distribución, el porcentaje ha variado del 5 % al 5,4 % en el mismo periodo (0,4 p.p. más).
Si descomponemos las partes integrantes del sector agroalimentario, se observa que la parte correspondiente a la actividad primaria representa el 55 % en España, 10 puntos más que en la UE-28, mientras que la industria de transformación representa el 45 % restante. Al sumar la fase de comercialización, esta es la que más aporta, el 40,9 %, lo que supone 42.139 millones de euros al VAB del sector, cifra superior a la del sector primario (32,5 % y 33.454 millones de euros) y la industria de la transformación (26,6 % y 27.390 millones de euros). En comparación con la UE-28, el peso de la comercialización en España es similar, mientras que el sector primario pesa casi 6 puntos más en detrimento de la industria de transformación.
España es el quinto país que más aporta al VAB del sector agroalimentario ampliado de la UE-28, con el 11,5 %, por detrás de Francia (15,1 %), Alemania (14,5 %), Italia (12,6 %) y Reino Unido (12 %); y el cuarto país si no se incluye la comercialización, en cuyo caso, el porcentaje es del 11,6 %, por detrás de Francia (15,4 %), Alemania (14,2 %) e Italia (12,2 %).
En lo que se refiere al sector primario, España es el tercer país que más aporta con el 14,4 %, por detrás de Francia (16,3 %) e Italia (14,6 %).
Por subsectores, en lo que respecta a la contribución al valor de producción total de la UE-28, España destaca en la producción de cítricos ocupando el primer lugar con el 60,4 % (Italia el 23,7 % y Grecia el 8,9 %), así como en el aceite de oliva, con el 52,1 % (Italia el 31,2 % y Grecia el 12, 6 %). Es el segundo mayor productor de porcino, con el 19,9 % (Alemania el 20 % y Francia el 8,6 %); y los vegetales frescos, con el 17,5 % (Italia el 18,9 % y Alemania el 10 %).
Empleo
La cifra de puestos de trabajo que genera el sector agroalimentario español ha sido de 1.201.350 en 2019, el 5,9 % del total nacional; un dato que asciende a 2.397.279 empleos si se incluye a la distribución, representando en este caso el 11,8 % del conjunto de empleos de España y un aumento del 0,8 % respecto a 2018.
Al igual que ocurre con la aportación al VAB, el peso del sector ampliado en la creación de empleo es mayor en España (11,8 % frente al 10,5 %) en comparación con la UE-28, pero menor si no se incluye la comercialización (5,9 % frente al 6,4 %), lo que pone de relieve la importancia que tiene en España la comercialización. Esta conclusión también se extrae del análisis histórico, pues el peso de los ocupados en el sector agroalimentario ampliado ha caído en la UE-28, al pasar del 11, 7% en 2008 al 10,5 % diez años después, mientras que en España ha pasado del 11,5 % al 11, 8% en este periodo.
Al analizar la composición del empleo se extrae que el sector primario ha ido perdiendo protagonismo frente a la industria de la alimentación, bebidas y tabaco y también frente a la comercialización. Así, la mitad del empleo en España se concentra en la distribución (49,9 %), mientras que en la UE-28 el porcentaje es del 39,5 %.
Respecto a la aportación de España al sector agroalimentario de la UE-28, España se sitúa como el sexto país, con un 9,5 % si se suma a la comercialización, y de un 7,9 % sin ella. Por subsectores, España es el cuarto país que más empleo aporta a la agricultura y pesca de la UE-28, con el 7,9 %.
Productividad y competitividad
El sector agroalimentario español es un 64 % más productivo y un 50 % más competitivo que el del conjunto de la UE-28, y un 34 % más productivo y un 30 % más competitivo si el análisis incluye a la distribución. Joaquín Maudos ha destacado que “la industria agroalimentaria es la que alcanza mayores niveles de productividad, duplicando a la fase de comercialización, y por lo tanto es donde más valor económico se aporta por cada unidad de empleo”. Además, destaca la productividad del sector primario español en relación con la UE-28, a la que duplica, siendo un 112 % superior.
Aquí puedes acceder a la versión completa del estudio.