“Cada mercado y circunstancias requieren de variedades cada vez más específicas”, señala Antonio Arjona, director de la entidad, para hacer énfasis en la complejidad de la genética de la fresa: “La mejora es un trabajo continuo que nunca termina porque siempre hay nuevos retos que vencer”. Muestra de esta complejidad es que, para esta campaña, una misma variedad ha mostrado un comportamiento muy diferente según su fecha de plantación, porque aquella plantada a principios del mes de octubre tuvo peor calidad de fruta que la de mediados de mes, debido a la climatología adversa. Así, las condiciones climáticas excepcionales de este año han perjudicado a unas variedades más que a otras, dependiendo de la coincidencia de las floraciones con frío, humedades, etc.
Por su parte, el desarrollo de los viveros este año estará condicionado por las tormentas que están apareciendo por todo el centro-norte peninsular en el mes de junio. “Hasta el momento, progresan adecuadamente”, detalla Arjona.
«La mejora es un trabajo continuo que nunca termina porque siempre hay nuevos retos que afrontar»
Todas estas adversidades climáticas se suman a la falta de soluciones para el correcto desarrollo del cultivo. Así, en el sector de berries europeos hay eslabones de la cadena que se adaptan con más dificultad a los cambios normativos en las materias primas y uno de los más afectados es el viverista, en cuanto “es el primer escalón de una larga escalera que cada vez tiene menos opciones disponibles para proporcionar planta con una sanidad correcta a un sector que produce decenas de miles de hectáreas en toda Europa”.