Una linterna contra la niebla de la incertidumbre
David Uclés Aguilera, Innovación Agroalimentaria en Cajamar Caja Rural.
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He sentido la tentación de iniciar este artículo escribiendo algo como ‘un fantasma recorre Europa, el fantasma del COVID-19’. Lo que sucede es que no solo recorre Europa, sino todo el planeta y que, mientras que a un fantasma no lo puedes ver, básicamente porque no existe; al virus que causa la enfermedad no lo podemos ver por pequeño. Aunque lo podemos vencer. Las noticias que nos llegan últimamente sobre el avance de las distintas vacunas son muy esperanzadoras y nos sitúan el horizonte de su disponibilidad entre los últimos meses de este año y primeros de 2021.
Para el sector hortofrutícola español, que en estos días ya está plantando las producciones tempranas de invernadero, el plazo es demasiado ajustado, por lo que la primera preocupación es proteger del contagio a los trabajadores de las explotaciones y de los centros de confección y manipulado. Ciertamente es una labor muy complicada, porque los brotes en el Sureste se han multiplicado de manera alarmante y en algunos lugares es posible que haya transmisión comunitaria.
Otro problema al que tendrá que enfrentarse el sector es la situación de crisis económica. A escala nacional, estamos sufriendo una de las recesiones más serias de la UE. Al mismo tiempo, la demanda proveniente del sector turístico está diezmada por la situación de descontrol del propio virus, el miedo y las recomendaciones de varios países de no viajar a España. Dentro de este entorno de crisis, hay que señalar que uno de los mercados tradicionalmente más relevantes para las frutas y hortalizas españolas como es el Reino Unido se encuentra a la cabeza, junto con España, de los retrocesos de PIB; además, suma la incertidumbre de un Brexit que ha quedado en un segundo plano de la actualidad, pero que continúa en el aire como una espada de Damocles a punto de caer sobre la cabeza de las relaciones de la UE y el Reino Unido.
«Es posible que esta sociedad más digital abra nuevas oportunidades de venta y consumo»
A corto plazo, esto significa que nos vamos a enfrentar a un mercado más estrecho y con menor capacidad adquisitiva. Por tanto, nuestros esfuerzos en la exportación tendrán que intensificarse para colocar los volúmenes de producción que solemos alcanzar. Por otra parte, un mercado más estrecho no significa menos exigente. Una de las consecuencias de la pandemia es la preocupación generalizada por la salud, hecho que potencia la tendencia hacia alimentos más saludables que ya veníamos registrando. Y esto rema a favor de las producciones origen España.
Otro cambio relevante es la rápida digitalización de empresas y consumidores obligados por el confinamiento de la primavera. El grado de conocimiento en el manejo de las herramientas informáticas de unos y otros se ha incrementado, y una parte del entorno relacional de los humanos se ha vuelto virtual. Los pagos electrónicos han aumentado y las plataformas de pagos por móvil (como Bizum) han registrado un incremento de operaciones sin precedentes. Es posible que esta nueva sociedad más digital abra oportunidades de venta y consumo de frutas y hortalizas que hasta ahora no eran atractivas por su pequeña dimensión, por su lento desarrollo o por la falta de conocimientos al respecto en las empresas.
La campaña que empieza se presenta muy complicada, con demasiadas incertidumbres por delante que nublan y dificultan seguir el camino. La parte positiva es que, durante la anterior crisis económica, este sector continuó siendo un baluarte de la competitividad española en el mundo, dando pruebas de un gran dinamismo. No me cabe duda de que la gente de este sector encontrará la manera de avanzar entre la niebla de la campaña 2020/2021, y que serán capaces de asentar las bases de un sector más comprometido con la calidad, la internacionalización, la innovación, la tecnología y, por tanto, con el futuro.