Un ‘Brexit con acuerdo’ reafirma la fortaleza del sector agroalimentario en 2020
Pese a que las frutas y hortalizas no serían las más beneficiadas, mejoría la situación respecto a la que tendrían en caso de que no hubiera consenso
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El sector agroalimentario mejorará en general su posición tras el Brexit con acuerdo, analizados los resultados de los últimos años. Teniendo en cuenta que la incertidumbre de años anteriores repercutió negativamente sobre los productos españoles con una merma de las exportaciones -y un empeoramiento de las condiciones de las mismas como precios y tiempos de cobro- que se ha traslucido también en los primeros nueve meses de 2019, una proyección para 2020 permite augurar la mejora del sector en general.
Tomando el dato base como la del aumento exportador en el último periodo, un Brexit con acuerdo, aunque mejorará sustancialmente las exportaciones en otros productos alimenticios, en frutas, hortalizas y legumbres registran un cierto descenso. Con todo, el año 2020 comportará un aumento del 1,02% de las exportaciones del sector, que consolida su crecimiento y se recupera de las incertidumbres del pasado.
Cabe recordar que un Brexit sin acuerdo llevaba a una situación preocupante a las exportaciones agroalimentarias españolas que podían caer en un 5,4% que implicaba la pérdida de miles de puestos de trabajo y que incidiría directamente en entornos económicos territoriales.
La agricultura catalana presenta una estructura ligeramente diferente a la del conjunto de España, con dos puntos fuertes: el primero es la industria cárnica, la cual exporta a Reino Unido por un valor de 123 millones de euros y el segundo, los preparados alimenticios con un resultado de exportación en los 9 primeros meses de 2019 de 66,7 millones de euros. También está presente la venta de frutas y hortalizas, aunque en una menor proporción que en el total de España.
Todos ellos han crecido en las dos últimas décadas a tasa medias anuales de doble dígito, entre el 11% y el 14%. De ser negocios prácticamente inexistentes, han evolucionado hasta forjar una creciente industria exportador, lo cual también supone un riesgo ante medidas de restricción al comercio, sobre todo si se cambia la normativa ambiental, fitosanitaria o de salud animal que en la práctica se comporta como una barrera no arancelaria.
Todos los sectores recuperan posiciones en el mercado británico, incluidos los sectores de bebidas y frutas, hortalizas y legumbres, que en el resto de España no registran incrementos. En frutas y hortalizas, de un dato base del 1,66 por ciento, pasa al 4 por ciento.
Retos para el sector agroalimentario que deja el Brexit
Tras el resultado electoral del 13 de diciembre en Reino Unido, el escenario de Brexit con acuerdo será una realidad, aunque todavía quedan arduas negociaciones. Sin embargo, la salida que se materializará el próximo 31 de enero de 2020, deja varios retos para el sector agroalimentario. Con base a los escenarios que diseñábamos en el informe “Consecuencias para la agricultura española y catalana del Brexit” de febrero de 2019, y los últimos datos publicados por la Secretaría de Estado de Comercio, correspondientes a los nueve primeros meses de 2019, creemos que existen estos ejes de discusión:
- ¿Seguirá siendo Reino Unido un socio preferencial en materia agroalimentaria? Es el quinto país destino de las exportaciones agroalimentarias españolas con una cuota del 8% sobre el total y del 6% del total de importaciones.
- ¿Qué papel tiene que jugar España en la seguridad alimentaria británica? Tiene un alto grado de dependencia de los productos españoles. En este sentido, las autoridades británicas han puesto prioridad en el control del abastecimiento de alimentos básicos procedentes de España porque sólo produce en la actualidad el 60% de su consumo agroalimentario. Sin embargo, los productos agroalimentarios británicos apenas se consumen en el interior, dado que exporta a la Unión Europea el 70% de su producción. Con lo cual, su grado de dependencia de las importaciones españolas y de otros países europeos es mayor aún más si cabe, especialmente ante la preocupación de que la tasa de inflación suba más.
- Redefinir la apuesta de las empresas agroalimentarias españolas en Reino Unido.
- Medidas para estimular la fortaleza del comercio agroalimentario entre España y Reino Unido de frutas-hortaliza
- ¿Se debe sustituir la aportación de Reino Unido a la PAC por más aportación de los países o debe acometerse un recorte de presupuesto? Siendo el segundo mayor contribuyente neto (11.566 millones de euros al cambio actual), es necesario fijar posición sobre si aportar un porcentaje mayor de Producto Nacional Bruto (PNB) al presupuesto común o recortar la partida de agricultura. Sin embargo, dado el peso que tiene la política agrícola en el presupuesto comunitario (en torno al 38% del gasto total no financiero de la UE) y las prioridades de gasto establecidas en las negociaciones de los últimos años, será necesario o bien recortar gasto de otras partidas para cubrir estos 11.566 millones o recortar la partida destinada a PAC, sobre todo del capítulo de pagos directos.
- Debe descartarse una auto-financiación de los países: Supondría en la práctica la ruptura del mercado común dado que los países que poseen mayor capacidad financiera, podrían subvencionar más y mejor a sus agricultores (el caso de los mayores contribuyentes netos al presupuesto como son Alemania, Francia y Reino Unido) mientras que países con mayores restricciones financieras tendrían más dificultades para ayudar a su sector agrícola nacional. Este punto se aclarará pronto porque la unidad de mercado y las cláusulas de “trato nacional” forman parte de la columna vertebral de la Unión aduanera.
- Políticas no arancelarias: La salida de Reino Unido tampoco aclara algunos de los compromisos que Europa tiene todavía que cumplir en materia de barreras no arancelarias (regulaciones sanitarias, medioambientales y fiscales, entre otras) y en materia de control y vigilancia de la distorsión de precios de origen ocasionada por las subvenciones agrarias. En este punto, sí existe una postura común entre la Unión Europea y Reino Unido que comparten la visión de que la PAC debe evolucionar desde el primer pilar (pagos directos) al segundo pilar (desarrollo rural condicionado), incluso planteándose un mecanismo de transferencia de fondos del primer al segundo pilar.
Fuente Agroinformación